Denise Dresser / La 4S

AutorDenise Dresser

La Cuarta Transformación insiste en que lo es. Todos los días busca crear una narrativa de cambio verdadero, de ruptura real, de bandazo bendito.

Según la historia oficial, membretada y diseminada en cada documento de gobierno, ha habido solo cuatro hitos de alteración auténtica: la Independencia, el periodo juarista, la Revolución de 1910 y la etapa actual.

Todos los esfuerzos de democratización antes de Andrés Manuel López Obrador fueron apócrifos. Todos los trabajos de construcción y remodelación institucional fueron en balde. Todas las alternancias anteriores no cuentan.

Ahora se trata de reescribir el pasado para controlar el futuro; de concebir a la política como un espectáculo continuo con actores que memorizan el guion escrito en Palacio Nacional; de poner a desfilar a pipas de Pemex y a los beneficiarios de los programas sociales y a los miembros de la Guardia Nacional.

México transformado cuando en realidad es México abreviado. Simplificado.

No reconoce de dónde venimos y cuánto trabajo nos tomó salir -incompletamente- de ahí.

El país del presidencialismo imperial y el centralismo discrecional. El país del partido hegemónico y los contrapesos inexistentes. El país del Ejecutivo fuerte, el Legislativo subordinado, la Suprema Corte omisa.

Un lugar donde no había comisiones de derechos humanos o acceso a la información pública o Banco de México autónomo o reguladores de competencia en telecomunicaciones o periodismo de investigación independiente o autoridades electorales que no estuvieran al servicio del PRI.

Un paraje de poder predominante y concentrado que fuimos transformando con luchas sociales y reformas electorales; con elecciones competidas y batallas aguerridas.

La 4T se comporta como si esa etapa no hubiera existido y no fuera necesario defender lo que ahí se logró. No reconoce el camino recorrido; lo ignora o lo denuesta.

No recuerda cómo se pavimentó la ruta que le permitió llegar; más bien asume el monopolio moral de la representación porque finalmente arribaron los impolutos.

El nuevo gobierno no comprende que sólo ganó una elección; presume un cambio de régimen. No entiende que sólo llegó al poder; piensa que puede ejercerlo como le plazca.

Y para ello tiene que rechazar la complejidad y apelar a la simplificación.

Nada de negociaciones complejas o deliberaciones democráticas; nada de datos o mediciones o evaluaciones. Ahora se gobierna con soluciones fáciles y mantras mediáticos.

Para enfrentar los feminicidios, el...

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