Deja un gran legado

AutorTeresa Martínez y Andrea Paz

Por su sabiduría, Alfonso Rangel Guerra tenía la capacidad de escuchar al otro. Eso lo llevó a mantener un diálogo, no sólo con la obra del Alfonso Reyes, su principal proyecto de investigación, sino también con los ámbitos cultural y educativo.

Nacido en Monterrey el 16 de noviembre de 1928, Rangel Guerra falleció a los 91 años de edad en su casa, la noche del miércoles 6 de mayo por complicaciones de salud.

Como esposo, padre y abuelo, Alfonso se caracterizó por brindar todo su tiempo, atención, dedicación y cariño a sus seres queridos.

Tras contraer matrimonio con Victoria Moreno de Rangel, la pareja disfrutó 63 años de casados en los que construyeron una familia conformada por sus cuatro hijos: Alfonso, Teresa, Lucía y Victoria. Después llegarían ocho nietos, quienes sin duda disfrutaron y aprendieron de su abuelo.

De acuerdo con sus hijos, Rangel Guerra fue un apasionado de la lectura, de los viajes por el mundo y la cocina, actividades que siempre disfrutó en compañía de su familia. Como ser humano se caracterizó por ser un hombre humilde, sencillo, discreto y de pocas palabras.

El escritor Adolfo Castañón destacó que el humanista dejó legados en las distintas facetas donde se desenvolvió. El primero, intelectual, literario y crítico.

"Tiene que ver con su parte de investigador, escritor, con temas relacionados con la teoría e historia literaria, con el conocimiento de las humanidades en México, del cual fue un máximo exponente", señaló.

Era quien más conocía la obra de Alfonso Reyes, como dijo la poeta Minerva Margarita Villarreal, también fallecida, en una entrevista a EL NORTE, en el 2017.

"Lo que une a todas estas facetas de Alfonso Rangel Guerra como escritor, maestro universitario, es su capacidad de escuchar, de acercarse al otro", describió Castañón.

Por eso, su participación fue fundamental en la organización de un grupo de académicos para la edición de los ocho tomos de los Diarios de Alfonso Reyes, publicados en el 2010 por el Fondo de Cultura Económica.

"Tenía una gran capacidad de escuchar al otro, ya sea en persona o por escrito, esto es un raro valor que nos deja este hombre: justo, bueno, sabio", describió Castañón, quien colaboró con él en ese proyecto.

"Al ser un sabio, tenía una gran autoridad política y moral. Esa autoridad está respaldada en esta condición humana plena, porque fue buen esposo, buen padre, buen maestro, buen investigador y un escritor de primera".

LABOR INCANSABLE

Además de su labor intelectual...

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