Desde la Sinagoga/ Debemos pensar antes de hablar

AutorRabino Moisés Kaiman

Dice en el Talmud Shabat 152: "Los sabios a medida que son mayores su sabiduría aumenta, en cambio, los ignorantes con el paso de los años se vuelven más ignorantes".

Para que la sabiduría aumente con los años intervienen muchos factores, pero es innegable que la buena suerte es uno de ellos.

No me gusta hablar mal de nadie ni mucho menos criticar, pero hay veces que tenemos la obligación de hacerlo para que la verdad salga a la luz pública.

Dice en Preceptos de los Sabios, capítulo 1-11: "Los sabios han de cuidar sus expresiones".

La semana pasada leímos en el periódico las declaraciones hechas por la más alta autoridad religiosa ortodoxa sefardita en Israel, el Rabino Ovadia Yossef, quién dijo: "Los muertos en el holocausto eran la reencarnación de almas que habían pecado y que habían hecho cosas que no había qué hacer".

Me extraña mucho que palabras tan terribles hayan salido de su boca.

En el libro Ozar Israel, tomo 3, página 288, leemos: "en toda la Biblia y en todos los libros sagrados no nos menciona ni una sola vez el tema de la reencarnación en esta vida".

Nosotros todos los días cuando rezamos en la mañana decimos: "Dios mío, el alma que me has dado es pura, tú la creaste, tú la formaste, tú me la insuflaste y tú la guardas dentro de mí, tú me la quitarás y me la devolverás para la vida futura. Mientras mi alma subsista en mí, yo te agradezco. Señor mi Dios y Dios de mis padres. Soberano de todas las criaturas, bendito eres tú Señor que devuelves las almas a los cuerpos inanimados".

De esta bendición entendemos que nuestra alma regresa a nuestro propio cuerpo y no a otro.

No logro entender, sabiendo de los conocimientos del Rabino Ovadia, cómo pudo decir que los seis millones de muertos en el holocausto eran personas que habían vuelto a nacer con almas de pecadores.

Todos sabemos que la gran mayoría de las víctimas eran buenas personas, respetuosas y practicantes de la religión, inocentes de cualquier acto que se les puede imputar para haberlos masacrado de la forma tan cruel que lo hicieron.

Posiblemente haya habido alguno que haya cometido algún pecado, pero no se puede juzgar a todos por los actos de algunos pocos.

Como dice en Números 15-20: "Y el eterno les dijo a Moisés y Aarón, alejaos de esta gente y los consumiré en un momento, entonces Moisés y Aarón se prosternaron rostro a tierra e imploraron: Oh Dios, Dios por un hombre que peque, ¿castigarás a toda la congregación?".

En el...

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