Dan la cara marcha y fondo

AutorJuan Ramón Piña

A ocho medallas, dos de ellas de campeonato, se remonta la historia de México en los Mundiales de Atletismo, cuya novena edición arranca el sábado el París.

Cinco de las preseas, ganadas a partir de la primera edición de 1987, pertenecen a la marcha y una de ellas al maratón.

Y entre ese dominio de fondistas se distinguen los velocistas sonorenses Ana Guevara y Alejandro Cárdenas.

Primero fue Cárdenas quien rompió con la creencia de que México sólo ofrecía material para la marcha o las carreras de ruta.

Lo secundó Guevara, y no en balde se sostiene como la número uno del mundo en los 400 metros, desde el 2002.

Sin embargo, lejos de los saltos, lanzamientos, del medio fondo, los obstáculos y relevos, es innegable que México ha trascendido en el ámbito mundial del atletismo gracias a sus marchistas, maratonistas y especialistas en los 400 metros.

Las dos únicas preseas de oro obtenidas en justas de este tipo han sido de los caminantes Ernesto Canto y Daniel García, en 1983 y 1997, respectivamente. García también ha sido el único mexicano capaz de repetir en el podio, con bronce, después de haber ganado el oro cuatro años atrás.

Y como nada es gratis, los cinco podios de la marcha, que se completan con tres bronces, han tenido un costo muy grave: 10 descalificaciones y 8 abandonos, tanto en las pruebas de 20 como en las de 50 kilómetros.

Solitaria presea

Con todo y lo que las carreras de ruta representan en México, los especialistas en fondo y maratón sólo han podido adjudicarse una medalla: la de plata de Dionicio Cerón.

El mexiquense la consiguió en 1995, en una época en la que México aún podía jactarse de contar con clasificados mundiales en 5 y 10 mil metros, y en maratón.

Ahora no se ve por dónde alguien pueda siquiera acercarse a la hazaña de Cerón, porque México no alcanza a colocar atletas ni siquiera entre los primeros 50 del mundo, como hasta hace algunos años podía.

Fuera paradigmas

Cuando se pensaba que México sólo era capaz de forjar marchistas y maratonistas, surgió un atleta alto, fuerte, rápido y con gran determinación.

Era Alejandro Cárdenas, abriéndose camino en las pistas más veloces del mundo, sin importarle medirse a lo mejor del momento, como el mismísimo recordista de los 400 metros, el estadounidense Michael Johnson. El sonorense alcanzó su máximo pico en los Mundiales de Sevilla 99, con presea de plata.

Casi simultáneamente, una coterránea suya, y de proporcional fortaleza, Ana Guevara, se abría paso en la misma...

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