Cyborgs en cuarentena

AutorVíctor Juárez

Para Pepe Adriano, editor y amigo

La pandemia nos alcanzó en un nivel más bien mediocre de la transformación de los seres humanos en cyborgs.

Al día de hoy, no cabe duda que nuestras capacidades naturales han sido más que servidas por la amplificación, mejora y extensión de la tecnología, incluyendo actos que, dadas las circunstancias, se han vuelto más que relevantes para transitar la devastación del coronavirus.

La toma de signos vitales es uno de estos ejemplos: la consabida toma de temperatura es una de las actividades más cotidianas en tiempos pandémicos y no-pandémicos, aunque tal vez estos meses hayan servido para hacerlo con instrumentos de mayor sofisticación, como los termómetros infrarrojos.

Pero más recientemente, la decodificación de otros signos vitales se ha vuelto tanto o más ordinaria: el pulso sanguíneo, los niveles de estrés, la calidad del sueño, la actividad física diaria y hasta la saturación de oxígeno en la sangre, para lo cual únicamente es necesario contar con un smartwatch.

Esta última función, de hecho, fue parte de una actualización del software de los relojes inteligentes que la compañía Huawei dio a conocer en plena contingencia mundial.

Nada de esto es trivial pues, si bien la idea más superficial del cyborg entraña la incorporación de habilidades superiores a las existentes (fuerza, velocidad y percepción, primordialmente), las primeras concepciones de lo que significaría la evolución tecnológica de los seres humanos tenían entre sus principales esperanzas la capacidad de estos para monitorear (y mejorar) los signos vitales.

Hoy que resulta sensible hablar del funcionamiento de los pulmones (y que tienen su propia simbiosis cruda en la forma de los ventiladores mecánicos), vale la pena recordar que siempre han sido parte de la preocupación por incrementar las capacidades conferidas por la naturaleza.

Para el académico Thomas Rid, investigador de la Universidad Johns Hopkins, incrementar las capacidades del hombre para adaptarse en ambientes hostiles, en particular en el espacio, fue uno de los retos que más ideas proveyó en la construcción del cyborg, impulsadas tanto por los especialistas como por los autores de ciencia ficción (que en ocasiones eran uno mismo).

"La idea básica del cyborg era intuitiva. En la Tierra, la mayoría de las funciones reguladoras del cuerpo simplemente funcionan. No tenemos que recordarnos ajustar la presión de la sangre. No tenemos que recordarnos de respirar", señala en Rise of...

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