Al cuidado de pequeños corazones

AutorDaniel De la Fuente

Cuando se le pregunta cómo suena el corazón de un niño, Theo Contreras suele responder que como una melodía.

"Es un sonido que siempre nos causa alegría a los cardiólogos: sístole, diástole, tuc, tuc, tuc, tuc", sonríe este cardiólogo pediatra, de 34 años.

Cuando uno no escucha esto, comenta, se empiezan a concluir cosas. Un soplo, segundos tonos, chasquidos o retumbos son los avisos para detectar que hay algo irregular en un pequeño corazón. Un soplo, ejemplifica, suena como poner una piedra enorme sobre una corriente rápida o como poner el dedo a una manguera abierta. Así.

"Por eso digo que mi principal herramienta es ésta", afirma y muestra su estetoscopio.

Apasionado de su profesión, Theo es quizá el más joven del reducido gremio de pediatras con la subespecialidad en cardiología en la Ciudad. Además, tiene un curso de posgrado en ecocardiografía pediátrica, efectuado en el Hospital Infantil de México Federico Gómez, donde cursó su especialidad y subespecialidad.

En su consultorio, ubicado en la Colonia Obispado y que tiene decorado con figurillas de Toy Story para crearle un ambiente armonioso a sus pequeños pacientes, este médico estima que en lo que lleva de ejercer su profesión habrá escuchado mil corazones.

Nacido en 1977, Theo creció en el municipio de San Nicolás de los Garza y alternó el beisbol con los juegos en los que simulaba ponerle vendajes a su hermana.Cuando entró a la carrera no tenía en mente la especialidad, pero al pasar por pediatría en su época de guardias se dio cuenta de que con los niños no hay vuelta de hoja: no mienten. Cuando algo les duele, les duele.

"Tal vez con esos niños en estado crítico que veía durante aquellas noches: deshidratados, víctimas de choques, fue que tuve mis momentos de mayor aproximación a los pequeños", afirma el especialista, quien atiende en su consultorio, en la Clínica 34 del IMSS y en hospitales privados.

Ahí fue cuando dije 'esto es lo mío'".

Entusiasmado, se fue al Hospital Infantil, el primer nosocomio dedicado a los niños en el país, y empezó a enrolarse de manera más amplia con sus padecimientos.

Nunca dudó de su especialidad, aun y cuando muchos le preguntaban que si no le daba nervios atender niños.

"Al principio sí, no te voy a decir que soy muy frío, no. De pronto cuando estaba en las residencias había compañeros a los que les tocaban los fallecimientos de niños en sus guardias y se preguntaban '¿por qué me toca a mí, por qué nada más a mí?'. En fin, eran rachas y claro...

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