Creación que transforma

AutorTeresa Martínez

Una obra de arte es capaz de reducir la delincuencia, empoderar a una comunidad vulnerable e incluso redireccionar la vida de personas sin hogar o en extrema pobreza.

Las prácticas sociales en las artes, o lo que el artista Pablo Helguera denominó "arte socialmente comprometido", buscan favorecer a la comunidad para mejorar su contexto, como estos cuatro artistas lo demuestran con sus trayectorias.

Betsabeé Romero

(Distrito Federal, 1963)

Al trabajar en comunidades, el artista no es un mesías, es un detonador de cuestionamientos que debe hacer investigación y un método de trabajo para activar una colaboración artística colectiva, considera la artista Betsabeé Romero.

Acercarse es estudiar la composición social del contexto en el que trabajará, los roles de los participantes, si existen o no cuestiones autoritarias, si hay violencia y cómo se da; analizarla con apoyo de, por ejemplo, las ciencias sociales.

De esa manera, la creadora se integra a los grupos con los que trabaja, y en consenso y colaboración emprende una instalación o un objeto intervenido, con elementos tradicionales del lugar o preocupaciones de sus habitantes.

"(El artista) es un detonador de significados, de cuestionamientos, ni siquiera de respuestas, pero abre un diálogo, un planteamiento hacia el cuestionamiento de las cosas que suceden a través de los objetos que nos rodean y tenemos una convivencia muy cotidiana", señala.

Ésa es su forma de trabajo, que inició desde su participación en la Bienal Insite en 1997, donde un sedán Ford 1955 fue intervenido por habitantes de la Colonia Libertad, en Tijuana, para reflexionar sobre la frontera.

Lo urbano y los migrantes son otras de sus preocupaciones, que ha explorado en las intervenciones a automóviles, grabados e instalaciones colectivas.

La más reciente es "South", un coche intervenido por universitarios de Australia y la artista con 50 lanzas y repetidas figuras de un mapamundi, para reflexionar sobre el consumismo moderno.

Raúl Cárdenas

(Mazatlán, 1969)

La Colonia Camino Verde, en Tijuana, padecía delincuencia, desnutrición, violencia y falta de oportunidades, todo esto aunado a una alta densidad poblacional.

La problemática ha disminuido no por iniciativa del gobierno o instituciones políticas, sino por el colectivo Torolab, fundado por Raúl Cárdenas Osuna en 1995 con el objetivo de mejorar la calidad de vida de comunidades vulnerables.

Desde 2011, el colectivo comenzó el proyecto "La Granja Transfronteriza" en esta...

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