Coordenadas / Un país con síndrome de déficit de atención

AutorEnrique Quintana

¿No le parece a usted que a veces el País pareciera padecer el síndrome del déficit de atención?

De acuerdo con las definiciones médicas, este mal, cuyas siglas usuales son TDA, se define como la incapacidad o al menos la dificultad para mantener la atención voluntaria frente a determinadas actividades.

El caso más típico es el del niño que es incapaz de mantener la atención en la escuela y que se pasa de una a otra cosa de manera desordenada.

Este síndrome también se caracteriza por la tendencia a la hiperactividad y a la impulsividad.

El ritmo de actividad al que obliga la vida moderna a veces genera la propensión a padecer el TDA, no sólo entre los niños, sino frecuentemente entre los adultos.

Un caso muy típico es el uso de los controles remotos de la televisión con la tendencia a estar cambiando de un canal a otro, sobre todo en los sistemas de cable o satélite, sin ver nada, dejando a la televisión simplemente como una especie de fondo que nos distrae.

O bien, pasa lo mismo con la navegación en Internet, en la que vamos de página en página sin rumbo alguno.

Esta falta de serenidad y concentración es preocupante cuando le ocurre a las personas, pero resulta mucho peor cuando se trata de un país.

En México nos pasa con frecuencia que el País anda de una cosa a otra, pero casi todas de consecuencias irrelevantes. El efecto es que esta hiperactividad nos impide concentrarnos en lo importante.

Si alguien nos observara desde Marte y viera todo lo que sucede en el País, en la política, en la vida social, en el mundo empresarial, seguramente concluiría que hay una gran cantidad de energía que se desprende de estas tierras.

Si hiciera lo mismo, por ejemplo, con Suiza, quizá le parecería que es una nación que prácticamente no despide energía. Entonces la pregunta es por qué Suiza ocupa el lugar número uno en competitividad mundial y México está en el 58.

Precisamente por la forma en la que dispersamos nuestra energía. Una parte del País, la clase política, que es la encargada de definir, aplicar y vigilar las reglas del juego con las que debemos movernos todos los demás, destina una cantidad increíble de su tiempo a las grillas, en el mal sentido.

Pocos sectores "trabajan" tanto como los políticos. Desde que se levantan, hasta que se duermen, tardísimo, están conectados a la lucha por el poder.

Pocos, poquísimos, tienen su cabeza puesta en buscar cómo alcanzar el bien común.

Las tremendas complicaciones de alcanzar, aumentar o preservar el...

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