COORDENADAS / Adolescencias bicentenarias

AutorEnrique Quintana

Voy a ser políticamente incorrecto en estas fechas. Pero, en medio de la celebración, hace falta una dosis de realidad.

Hoy, pareciera haber obligación de enorgullecernos de nuestra nacionalidad. El Gobierno y muchas empresas han lanzado intensas campañas en las que nos dicen que hay que festejar intensamente nuestro cumpleaños 200.

Y, además, el Gobierno federal y los de diversas entidades han echado la casa por la ventana para la celebración.

En medio de toda esta euforia, ha faltado al menos una pizca de reflexión para entender por qué tenemos este país en el que la violencia y el crimen se han enseñoreado de muchas regiones o en el que tenemos una educación primaria cuya calidad ocupa el lugar 120 en una lista de 139 países, pero que va a hacer un "megapuente" para festejar.

No podemos sentirnos orgullosos de tener a algunos de los cárteles de la droga más poderosos del mundo ni de tener sindicatos como el magisterial o el petrolero; tampoco de tener servicios caros o gobiernos estatales que gastan a manos llenas sin rendir cuentas.

No podemos celebrar la bancarrota de empresas como Mexicana de Aviación o la caída de seis lugares más en el ranking de competitividad.

Claro que hay muchas cosas en el País de las que sí podemos sentirnos genuinamente orgullosos. Ellas han estado presentes masivamente en las campañas publicitarias, públicas y privadas.

Creo que es necesario, ni modo, hacerle un poco al aguafiestas y decir que hay muchas cosas de México que nos deben dar vergüenza.

La historia del País ha estado llena de éxitos pero también de fracasos.

Tras la independencia, tuvimos más de medio siglo de desgarramientos. La nación no acababa de definirse, tanto así, que perdió más de la mitad de su territorio original.

Tuvo que ser el autoritarismo de Porfirio Díaz el que acabó dándole -más o menos- sentido de unidad al territorio.

Y tras una Revolución en la que se enfrentaron encarnizadamente entre sí personajes que la historia oficial pone juntos en el panteón de...

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