COORDENADAS / Los mercados accionarios: de la ambición al miedo

AutorEnrique Quintana

La economía moderna siempre ha vivido en medio de ciclos económicos de alza y baja.

Todo parece indicar que hoy estamos deslizándonos en una fase de "resbaladilla".

Detrás de las cifras, las gráficas, las ecuaciones y todo lo que parece absolutamente frío y objetivo en este tipo de ciclos están, de manera predominante, factores tan subjetivos como el miedo o la ambición.

Las decisiones de inversión de cualquier índole, se trate de poner una instalación tan grande y compleja como una planta automotriz o colocar una pequeña cantidad de dinero en un banco, siempre tienen que tomarse sobre la base de una expectativa respecto al futuro.

Y, por más información que tengamos del presente y del pasado, apostar hacia adelante siempre implica subjetividad.

Si usted percibe, por ejemplo, que va a tener un empleo seguro en los siguientes meses o incluso años, probablemente decidirá que es factible contratar un crédito hipotecario para adquirir una vivienda.

Si su sensación es que no tiene sus ingresos asegurados, entonces seguramente no se va a endeudar.

Si las decisiones financieras se tomaran siempre con esa racionalidad, es probable que no hubiera nunca crisis de créditos y que la economía no pasara por estos ciclos de alzas y bajas.

Pero somos humanos y, por lo tanto, a veces nos gana la irracionalidad.

Al buscar ganancias que ya no podían obtener en los mercados usuales debido a las bajas tasas de interés que se cobraban en el financiamiento de la vivienda, muchos intermediarios en los Estados Unidos prestaron masivamente a quienes no tenían la certeza de poder pagar.

Los convencieron de que la expansión económica era para siempre y que podían contratar una hipoteca, por la que cobraban una tasa mayor que las usuales. Ese fue el famoso mercado "subprime".

A lo largo de la historia, la ambición y la euforia han conducido a que en ciertos momentos se crea que la bonanza es para siempre y se preste dinero con muy alto riesgo.

En Estados Unidos, las tasas de las hipotecas pasaron de un promedio de 7.6 por ciento anual al final del año 2001 a un 5.75 por ciento al cierre del 2004.

Esto implica una baja de 25 por ciento en el costo relativo de los créditos.

Algunos quisieron creer que las tasas siempre serían bajas y habría permanente crecimiento.

Pero, en cierto momento, hace alrededor de un año y medio, los intermediarios financieros que habían hecho estos préstamos en la época del dinero barato, por allá en el 2003 y 2004, empezaron a tener problemas...

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