Cony Delantal / ¡La recuperamos!

AutorCony Delantal

No sabes el gustazo que me dio que llegaran los tijuanenses de Villa Marina a Monterrey, sobre todo porque nos ayudaron a regenerarle el sabor a esa esquina de Roble y Margáin que estaba deschavetadamente perdida en el alcohol, cortesía del pistolero (que se pasa de pisto y nos hace lero, lero) más rápido del oeste y de todos los demás puntos cardinales: el Papa Bill's Saloon, al que ya nomás le quedó un último foco de insurrección etílica en la Colonia Anáhuac.

Alabado sea el señor, el que se trajo el concepto de Villa Marina a Monterrey, porque 'ora sí recuperamos nuestro patrimonio gastronómico y familiar con este nuevo restaurantote marisquero que tiene cupo para cerca de 300 comensales bien sentados y bien centrados en las mesas, y ningún bebensal parado y alocado encima de ellas.

No hay duda de que este oasis es para gozarlo en familia. Yo cargué hasta con mi suegra y una de las adorables tías de mi marido, pero por la manda que tuve que cumplirle a Santa Marina por gracia concedida. Era eso o irme de rodillas a la Basílica.

Ahora me doy cuenta de que habría salido menos raspada de la Basílica. Méndigas tepocatas, se la pasaron criticándome como siempre.

Compensó el desborde de amabilidad y la cascada de atenciones que recibí por parte de los chorromil meseros, capitanes, brigadieres y demás tropa que se trajeron desde Tijuana, con la misión de agasajar al cliente sin piedad hasta que pida clemencia.

Qué bárbaros, qué buen servicio, tanto que estuvieron a una milésima de segundo de caer en hostigamiento y acoso agravado.

Ése es el problema cuando hay más meseros que mesas. Tocan como de a 10 por piocha y flétate uno tras otro con la misma cantaleta. "¿Ya le han platicado la historia del restaurante?". Pues con usted creo que ya rompemos el récord Guinness en la categoría "mismo cuento en menos tiempo", pero no se preocupe, prefiero eso a las intensas viboreadas que recibo cuando no están ustedes interrumpiendo.

Fíjate, ha de ser por eso que te mandan a tu mesa una señorita vestida de enfermera y empujando un carrito de bebidas preparadas, que dice ser la Dra. Clamato, encargada de curarte la cruda cuando te sirven de más. Supongo que lo de servir se refiere a servicio, ¿no?

La ambientación de esta Villa Marina le da un aire a la del Fisher's del D.F., con tonos azul pastel y una distribución alegre y vivaracha que favorece más la convivencia que la intimidad.

Hace honor al nombre; prácticamente todos los platillos vienen de abajo del...

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