Cony Delantal / Prueba lo thai...

AutorCony Delantal

Oigan ¿qué nos pasa? Si nos aplican un test gastronómico nos va peor que con la prueba Enlace. Ya vamos a dejarnos de tacos con lo mismo y darle tantito mundo al paladar. Digo, no sé si sepas que tenemos aquí en la Plaza Tanarah un tailandés bastante auténtico y sabroso, porque parece que nadie lo pela.

A casi un año de que lo abrieron, volvimos mi marido y yo a este restaurante de nombre Baan Mai Thai, y lo encontramos muy desairadón, a diferencia de los tacos de La Méjico o de las alitas que están en esa misma plaza.

Lástima, porque el lugar vale la pena, por su sabor y su entorno, sobre todo por la experiencia tan enriquecedora que en parte resulta de echarte un chalecito bien ilustrativo e inspirador con el dueño, ese que parece galancillo de Jackie Chan Productions, del que ya alguna vez te platiqué.

En ese entonces como que se sentía El Último Emperador y se la pasaba tronando dedos y tirando rostro, pero ya se puso el delantal y ahora sí anda atendiendo él mismo entre las mesas, apoyado por dos meseros.

Pero con todo y el mandil no pierde la pose. Así como volteando a la cámara uno, con tierna carita de telenovela asiática, lacia cabellera negra hasta los hombros y ajustada playera tipo Polo, se te deja venir a la mesa el hijo de Bruce Lee a darte la bienvenida con su peculiar acento de doblaje de Hollywood.

Nomás está de que le rasques tantito para que te suelte su biografía no autorizada, toda la cartografía del oriente para allá y un curso básico de diferenciación gastronómica entre lo chino y lo tailandés. Con eso tienes para empezar las memorias de una geisha.

Nació en Laos, pero desde chico se fue a vivir a Tailandia. Pasó temporadas cocinando en Francia y España, y dice que llegó a México a promover la cultura culinaria de su tierra, y le gustó Monterrey para quedarse. Si le preguntas su nombre, te va a decir que se llama John, nomás para no complicártela, pero en realidad es Pho Too Zen (que yo alucino que se escriba así porque se le oye como "Fotusén" o algo así).

Finalmente, después de una larga chorcha, terminó confesándome coquetamente que sus amigos le llaman de cariño Pet. Ya ves, viejo, hasta el nombre tiene de ternura... ¡Me lo quiero llevar de mascota a la casa!

Claro que a mi marido ya no le estaba cayendo en gracia el tailandés en discordia y lo corrió a puras preguntas chocantes del menú. "Y si pido los tallarines, ¿no se tardarán mucho?".

Siguen preparando todo al momento, pero afortunadamente ya no se tardan...

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