Cony Delantal / Pareja gastrodélica

AutorCony Delantal

Desde que Adán y Eva andaban quedando ("no hay otro como Adán", decía Eva) hemos tenido infinidad de personajes que han pasado a la historia en pareja.

Así de buenas a primeras, me vienen a la mente Marco Antonio y Cleopatra, Napoleón y Josefina, Bonnie & Clyde, John y Yoko; y las de aquí, como Cortés y La Malinche, Maximiliano y Carlota, Diego y Frida o Peña Nieto y La Gaviota, que ya es cuestión de días para que empiecen a dejar huella en la historia, de esas que no se borran ni tallándole con otros 2 sexenios de Fabuloso. Pero añádele una más: Pispi & Mau.

¿Que quiénes son Pispi y Mau? Ah, pues son unos perfectos desconocidos, y también chefs, que acaban de abrir su "casa gastrodélica" en la Del Valle, por la calle de Río de la Plata (frente a L'Ánfora di Iannilli), y yo les tengo mucha fe en que van a dejar marca, aunque sea en el paladar.

Pispi es Érika, así le decían de chiquita, hija de la dueña del Iannilli y ahora emprendedora por su cuenta. Y, por favor, no creas que Mau es el Alcalde (¡nomás eso nos faltaba!), en realidad se trata de un tabasqueño folclórico y estrafalario (tampoco confundir con otro personaje de la política) que estudió para chef en Puebla y se nos vino para acá pegado en la sartén.

Curiosamente, entre ellos no hay una relación más allá de la de amistad; son pareja en la cocina y nada más. Se conocieron en la escuela, luego se les botó la canica al mismo tiempo, y cuando tocó la campana se juntaron para fantasear excentricidades en esta loquera gastronómica que bautizaron precisamente como Pispi & Mau.

No sé cómo describirte el lugar. Y es que al cruzar la puerta me brotan recuerdos de la infancia y se me hacen bolas con los pendientes de ayer.

Me acordé de Willy Wonka y también de Rosita Fresita; de cuando conocí la casa de Mimí en Disney, de Alicia y su peculiar País de las Maravillas, de cómo habría sido la República Amorosa si no hubieran repartido tarjetas de Soriana y, ¡en la torre!, del regalito que se me olvidó mandarle el jueves a mi comadre, la que me hace el grandísimo favor de invitarme a todas las piñatas de sus nietos.

Ya adentro te das cuenta de que no es más que una vieja casa de la Del Valle a la que simplemente ataviaron de psicodélico vestuario, algo así como ver hoy a Yuri en concierto, que es lo mismo que sufrir una pesadilla en tecnicolor por una fiebre mal cuidada.

El interior es como el estuche escolar para niñas de Pincelín Wearever. Cada pared tiene un monísimo tono pastel: rosita...

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