Contrapuntos / Asuntos religiosos

AutorJosé Luis Ramírez Vargas y Rogelio Narváez Martínez

José Luis Ramírez Vargas

Estamos convencidos que las iglesias pueden ejercer su función social y su vocación filantrópica directamente o a través de concejos o patronatos y sin necesidad de la mediación de una dependencia estatal.

El autor es profesor de Historia de la Cultura y del Diplomado de Religiones del Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey.

La propuesta o deseo de crear una subsecretaría para asuntos religiosos si bien ha propiciado algunos conatos de debate, no ha provocado ríos de tinta o reacciones apasionadas, tal vez porque ha salido de boca del Gobernador electo, y no de la Iglesia católica o de alguna otra iglesia o denominación, pues de haber sido así, muchos habrían puesto el grito si no en el cielo, tal vez en otra parte, por lo que los partidarios del Estado excluyente tendrán que guardar sus energías para otra ocasión.

De cualquier forma, esa intención de introducir un cambio en el organigrama del Estado no deja de tener un interés particular no sólo para los analistas de la política y de la religión, sino para cualquier ciudadano, ya sea creyente o no.

El interés o la curiosidad por dicha propuesta, además de su inédita particularidad, parte del hecho de que se desconocen las intenciones de fondo, los objetivos o simplemente los motivos que haya detrás, por lo que el recelo de muchos es más que justificado.

¿Se pretende un mayor acercamiento del Estado con las iglesias? ¿Se teme la influencia que pueden tener éstas en la opinión ciudadana por lo que se necesita un organismo que lleve un mayor control? ¿Existen conflictos latentes entre algunas denominaciones? ¿Deberá ser Nuevo León el primer estado en modificar su organigrama en este rubro, por lo que se constituiría en ejemplo para los otros?

Tal vez sería necesario esperar a que el próximo ejecutivo estatal aclarara éstas u otras dudas para que el debate y las opiniones de la ciudadanía se concretizaran y surgieran aportaciones dignas de considerarse, en un sentido o en otro, que apoyaran a la decisión final que debería provenir sin duda alguna del Congreso, y no sólo del ejecutivo.

La pregunta ahora sería si un Estado laico incluyente debería o no contar a nivel estatal con un organismo de este tipo. Desde luego habría que descartar que una decisión de esa índole pudiera representar un riesgo para la naturaleza del Estado laico, tal como se asienta en nuestra Constitución. Sin embargo no es ésa la razón por la que consideramos, al igual que muchos de nuestros conciudadanos, la inutilidad o no necesidad de la creación de una Subsecretaría de Asuntos Religiosos.

Nuevo León no presenta actualmente situaciones de conflicto entre las distintas denominaciones religiosas, como es el caso de algunos estados del sur, lo cual sería un motivo para pensar en una oficina de conciliación y arbitraje para esos asuntos, más bien se percibe un clima de buen entendimiento entre las iglesias, situación que se ha visto inclusive reflejada en reuniones ecuménicas. La labor de proselitismo de...

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