Conmueven a regios desde Nueva York

AutorAlejandro Fernández

Crítico musical

Una vez más quedó demostrado que "Ifigenia en Táuride" es una ópera genial por el perfecto equilibrio que posee entre música y drama, pero sobre todo por la capacidad de conmover al espectador contemporáneo como lo hizo en su estreno en la Opera de París en 1779.

Gluck plasmó en esta obra la intensidad de los sentimientos humanos de la tragedia original de "Eurípides", en la cual se involucran el amor filial y el amor entre amigos, plasmados musicalmente de una manera elevadísima.

El milagro dramático-musical pudo ser visto ayer por la tarde por los asistentes al Auditorio Luis Elizondo, donde se transmitió la función en vivo desde el Teatro de la Ópera Metropolitana de Nueva York.

Antes del inicio de la presentación apareció el director de la famosa compañía operística, Peter Gelb, para anunciar que los protagonistas Susan Graham y Plácido Domingo se estaban recuperando de un resfriado, lo cual no fue notorio en ningún momento porque su interpretación fue siempre extraordinaria.

La mezzosoprano norteamericana Graham, por cierto una de las grandes "Ifigenias" de nuestra época, tuvo desde el inicio una vehemencia vocal y una actuación de gran corte trágico.

Su aria de entrada "O toi qui prolongeas mes jours" me pareció ejecutada algo rápida pero con absoluta corrección técnica y la emisión depurada que le es propia.

Aunque tuvo repetidos momentos de gran intensidad vocal, el clímax lo tuvo sin duda "O malheureuse Iphigénie", que resaltó la luminosidad de su bello timbre y la solemnidad del momento en el que la protagonista llora desconsolada la pérdida de su...

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