Confesiones de labio a labio

AutorJuan Carlos Angulo

Hay besos que pronuncian por sí solos: la sentencia de amor condenatoria; hay besos que se dan con la mirada y hay besos que se dan con la memoria.

No se trata de una carta de amor, ni mucho menos de una copla cursi que nos sobró del 14 de febrero, se trata de uno de los poemas que Gabriela Mistral, embriagada y extasiada de besos, ha escrito sobre este amplio tema.

Investigaciones de la escuela de Antropología en la Universidad de Massachusetts, apuntan a la posibilidad de que el beso pueda tener sus raíces en antiguos rituales religiosos, pero no descartan una novísima teoría que sostiene que el besar es una acción instintiva con el propósito de transferir sebo; ese producto de las glándulas sebáceas que se encuentran en la superficie de la piel, pero se encuentra más en la parte externa de los labios.

De lo que se deduce que el amor podría ser nada más que la adicción al sebo del otro, y el besar, un vehículo a través del cual cada quien encuentra el sebo de su preferencia.

Costumbres internacionales

Lo cierto es que darse un beso en Alaska no es lo mismo que hacerlo en Río de Janeiro, Madrid y mucho menos en la Ciudad de México.

Las costumbres para besar cambian según la región, el clima, ideología e incluso religión.

Por ejemplo, en Europa es común que las personas se den dos besos como saludo; en Rusia los hombres se besan entre sí sin ningún tipo de morbo, inhibición o represión.

En Brasil los "picoretes" entre extraños no son mal vistos; casi tan normal como estrechar la mano o darse un abrazo. Un beso en la boca es quizá algo más fuerte, pero de cualquier forma nada comprometedor.

En Alaska el beso de nariz con nariz es común entre los esquimales.

En México el beso se da una sola vez, en la mejilla (de preferencia, chocando ambas) y con la pelvis lo más despegada de la persona a la que se besa..."no vaya ser que quiera algo", dicen.

Los top del cine

El periódico Vancouver Sun publicó a finales del 2002, un sondeo entre lectores sobre quién de las luminarias en el cine debería adjudicarse el mejor beso en la historia de la pantalla grande. El resultado por supuesto fue bastante subjetivo, pero los cinco primeros lugares fueron los siguientes:

  1. Jeremy Irons y Dominique Swain en Lolita.

  2. Julian Sands y Helena Bonham Carter en Un Romance Indiscreto, (A Room With a View).

  3. Leonardo di Caprio y Kate Winslet en Titanic.

  4. Jack Nicholson y Shirley MacLaine en La Fuerza del Cariño, (Terms of Endearment).

  5. Leonard Whiting y Olivia Hussey...

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