Comparten macrorroscas

AutorBertha Wario y Mariana Figueroa

Con 3.10 metros de altura, desde el piso hasta el turbante que cubría su cabeza, Pablo Javier Pérez, convertido ayer en Baltazar, se metió de lleno a su papel de Rey Mago. Más allá de su tez pintada de obscuro, sintió el peso de ser uno de los sabios de Oriente.

"Un niño me acaba de reclamar porque no le traje el patín del diablo que pidió", dijo el joven del grupo teatral Rebanada de Sandía sobre los zancos que ponían en juego su equilibrio, mientras sus compañeros Melchor y Gaspar tomaban aire en la puerta principal del Museo Metropolitano de Monterrey,

Ahí, ante cientos de familias, se partió ayer una rosca de 50 metros, de 500 kilos y 600 monitos, cuyo tamaño fue suficiente para mover la curiosidad de una pequeñita, que desde el segundo piso del inmueble, con vista al patio central, se preguntó cuántos "monitos" habría dentro de ella.

Felipe de Jesús Cantú, alcalde regiomontano, presidió la ceremonia y fue el primero en meter cuchillo al enorme círculo de pan dulce por el que aguardaban, con un vaso de chocolate caliente en la mano, decenas de paseantes que acudieron al llamado.

En menos de 45 minutos, sazonados por las voces de un coro, los concursos para rifar una veintena de roscas individuales y las risas infantiles, los cuchillos habían cumplido con su labor y sólo quedaban las migajas y una que otra mancha de chocolate en el mantel blanco. Pocas tradiciones tienen ese sabor.

Comparten en municipios el pan y el azúcar

Para no perderse la celebración del Día de Reyes en San Nicolás, como les sucedió el año pasado, Jesús Martínez y su esposa Rosa Elia, acompañados de sus dos hijos, salieron con tiempo de su domicilio en la Colonia Nuevo Amanecer, rumbo a la...

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