Colaborador Invitado / Mauricio González: Frenar las dudas

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Ningún político capaz desaprovecha la oportunidad de transmitir sus ambiciones o sus logros. Cuando esto sucede, algo anda mal, quizá muy mal. Por eso llama la atención que en el pasado aniversario de la expropiación petrolera no hubiera un anuncio de importancia sobre el sector energético, en particular acerca de Pemex.

AMLO únicamente confirmó que se construirá una refinería en Dos Bocas -a pesar de las advertencias de inoperancia de dicha obra por parte de los que saben del tema- y de las cuatro empresas que se han invitado a participar en ella.

La situación de Pemex empeora por minutos. La producción de crudo, fuente principal de los ingresos de la empresa, disminuyó poco más de 12 por ciento en el primer bimestre de 2019 con respecto a periodo similar del año pasado. Es una de las peores caídas de los últimos 15 años. Igualmente se ha reducido la producción de petrolíferos, petroquímicos y gas, aunque en menor medida. Este inconveniente no lo ocasionó la administración actual, sin embargo, el pecado es que esta no haya conformado una estrategia de solución, con anticipación suficiente, ya que el asunto se conocía bien desde antes de iniciarse las campañas presidenciales de 2018.

La falta actual de pronunciamientos acerca del tema en cuestión es porque el Gobierno está dividido en cuanto a qué hacer. Por una parte, está la que podría denominarse el ala izquierda, a la que pertenece el propio Presidente, su Secretaria de Energía y el director de Pemex, entre otros, convencidos de que Pemex puede salir del atolladero con sus propios recursos, financieros, humanos y tecnológicos. Del otro lado se ubica una minoría de funcionarios pragmáticos -en SHCP y en la Oficina de la Presidencia- convencidos que una mayor participación de la iniciativa privada lograría mejores resultados y más rápidos, sin faltar a los preceptos constitucionales en materia energética.

Pemex debe aproximadamente 104 mil millones de dólares, de los cuales debe pagar 7 mil este año. ¿Cómo puede una empresa pedir que le refinancien -esto es, que le presten para pagar lo que debe- cuando sus ingresos van para abajo, sin convencer que revertirá la situación?

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