Una pequeña ciudad real

AutorLorenzo Armendariz

Cuna de hombres ilustres y famosa por su loza de porcelana, Delft, localizada entre Amsterdam y Rotterdam, es una ciudad para ser recorrida a pie, siguiendo los canales que guían al paseante por antiguos edificios e iglesias.

Ubicada muy cerca de Den Haag (La Haya), su historia se remonta a 1074, aunque fue en 1246 cuando adquirió el estatus de ciudad.

Ahí nacieron el pintor Johannes Veermer y el naturalista Antonie Van Leeuwenhoek, a quien se debe la invención del microscopio.

Delft también fue testigo, en 1584, del asesinato del príncipe Guillermo I, "El Taciturno", fundador de la dinastía real Orange-Nassau.

Desde el Siglo 16, esta ciudad adquirió gran prestigio y prosperidad, reflejada en el rápido desarrollo de la población que, para 1536, tenía mansiones y edificios de gran belleza, pero en ese año Delft sufrió un incendio que destruyó gran parte de la ciudad.

Años más tarde la desgracia nuevamente sacudió a la población cuando, en octubre de 1654, estalló el arsenal, lo que destruyó una tercera parte de la ciudad y causó 2 mil víctimas, entre las que se encontraba Carel Fabritius, uno de los alumnos más notables de Rembrandt.

Después de esto, los habitantes de Delft iniciaron la reconstrucción de la ciudad, que fue adquiriendo los diversos estilos arquitectónicos que aún conserva como el gótico, flamígero y renacentista.

La ciudad de la loza.

A finales del Siglo 16, Delft comenzó a distinguirse por su producción de loza y cerámica trabajada en mayólica, técnica italiana acogida por los artistas locales y los de la vecina población de Haarlem.

Para el Siglo 17, la técnica y los diseños se enriquecieron con la llegada de los barcos mercantes procedentes de las Indias Orientales, que trajeron novedosas aportaciones, principalmente de China, cuya porcelana decorada en azul y blanco inspiró a los artistas de Delft.

Más tarde, la producción se diversificó y aparecieron la policromía y los diseños de escenas cotidianas que buscaban satisfacer principalmente a un mercado europeo fascinado por el Oriente.

A principios del Siglo 18 se manifestó una tendencia a recrear en la cerámica escenas tradicionales del país como barcos navegando por los canales de la ciudad; fue en ese siglo que la loza de Delft adquirió su mayor prestigio en Europa.

Años después este arte entró en decadencia, pues no pudo competir con los productos industriales llegados de Inglaterra.

Muchas de las obras maestras realizadas durante el Siglo 17 están en los museos más...

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