Una ciudad fotogénica

AutorIvett Rangel

Enviada

QUEBEC.- Al caminar por La Ciudadela, esa fortificación militar situada en la cima del Cabo Diamante, es inevitable recordar la frase que el director de escena quebequense Robert Lepage expresó sobre el destino que lo vio nacer: "es la ciudad más fotogénica del mundo".

Y desde este bastión, que mira hacia el Viejo Quebec, es fácil constatarlo. En primer plano destaca el Château de Frontenac, con sus torreones redondos y techos cónicos similares a los de las fortalezas francesas del Valle del Loira.

El que fuera conocido como Castillo de Saint Louis, primera estructura que surgió en ese sitio, fue hogar de Gobernadores de la colonia francesa, como Louis de Buade de Frontenac. Sin embargo, en 1834 el alcázar se consumió a causa de un incendio.

Fue hasta 1893 cuando el Château Frontenac diseñado por el arquitecto neoyorquino Bruce Price surgió como un gran hotel. Desde entonces, por sus lujosos cuartos han pasado personalidades como Franklin Roosevelt, Winston Churchill, Richard Nixon y Jacques Chirac, entre otros.

En la actualidad, el Castillo de Frontenac es todo un ícono en esta urbe, que fue fundada sobre un promontorio por el francés Samuel de Champlain, en 1608.

Pero más allá del château se observa a otro protagonista: el río San Lorenzo, cuyo ancho cauce se reduce al pasar frente a la Ciudad.

Por ello los algonquinos (nativos de la región) llamaban a esta zona Kebec, que significa "ahí donde el río se estrecha".

Cierto es que desde La Ciudadela se obtiene una de las mejores vistas panorámicas de la ciudad amurallada.

Pero luego de presenciar la ceremonia militar del 22° Regimiento Real en La Ciudadela, que se celebra todos los días durante el verano a las 10:00 horas, hay que dirigirse hacia las calles del Viejo Quebec, designado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1985.

Inmortalizar recuerdos

El Viejo Quebec se divide en Ciudad Alta y Ciudad Baja, mismas que se conectan a través de la famosa Escalier Casse-Cou o Escalera Rompecuellos. No importa el itinerario que se elija, invariablemente los visitantes se topan con este otro ícono urbano.

A quienes el nombre de esta peculiar escalera les parezca una profecía, no tienen que preocuparse, pues siempre está la posibilidad de hacer uso del funicular que está a escasos metros de distancia.

Luego de tomarse la tradicional fotografía hay que descender a la Ciudad Baja, que en verano siempre rebosa de actividad.

En esta parte de la Ciudad abundan las tiendas de ropa, artesanías...

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