Cibercafés: un negocio que crece

AutorRebeca Céspedes

EL NORTE / MEXICO

MEXICO.- Un capuchino con amaretto navega junto con el estudiante que intercambia su correo con amigos distantes, o un moka frío para el turista que cuenta su travesía a familiares lejanos, o tal vez un sencillo americano para chatear en la red.

El concepto de cibercafés es nuevo en México, sin embargo, existen cerca de 300 negocios del estilo.

Uno de ellos es el de Gustavo Sánchez, contador de 26 años, quien para ofrecerle al público una propuesta innovadora invirtió 250 mil pesos en el Café Bizarro en la calle Cuauhtémoc de Coyoacán, en la Ciudad de México, hace más de un año.

"Un lugar donde vas y rentas una computadora y ya, no es un cibercafé. Te ponen una cafetera de goteo que a lo mejor es bueno pero vas a utilizar la máquina y no importa si vas a tomar un buen café o una chela, -explicó- es bueno que le des a la gente otra alternativa para tomarte un buen café y si quieres también checar tu correo".

Gustavo define el concepto de su negocio como un espacio alternativo, envuelto en música "dark" o clásica, bajo una decoración urbana con paredes blancas idóneas para una galería de jóvenes expositores y exploradores de nuevas técnicas, donde añade un poco de literatura como primer paso a la introducción del libroclub, tomando en cuenta que su cliente sorbo a sorbo degustará una bebida diferente, café orgánico sembrado en Oaxaca.

Este "raro" concepto surgió de la estrecha relación con la Coordinadora Estatal de Productores de Café de Oaxaca, que le propuso desarrollar un cibercafé para difundir el café orgánico en la capital de la República.

Gustavo como asesor de una unión de crédito ya promovía el producto a pequeña escala en la Ciudad de México. Aceptó el reto, se afilió a la unión de crédito, diseñó un proyecto y una vez aprobado obtuvo el financiamiento.

En ese entonces, puso en el papel sus egresos en base a la electricidad, agua, teléfono, la cafetera, horno eléctrico, refrigerador, mesas, sillas, barra, vajilla, cubiertos, y gastos generales para alimentos, considerando, erróneamente, que cada cliente al menos iba a consumir un café americano.

Además, calculó el precio de la inflación sobre los alimentos, pero no consideró los incrementos que mes con mes tienen las tarifas del sector público.

Pero tuvo la previsión de separar 20 mil pesos en el caso que no pudiera pagar dos meses de renta, que cada 30 días le cuesta 8 mil 500 pesos, o para fotocopias o nuevos utensilios.

Debajo de la caja registradora, el...

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