César Lucio Coronado/ A los 71 años

AutorCésar Lucio Coronado

Las revoluciones son movimientos sociales que realizan los pueblos para cambiar de métodos, procedimientos y sistemas e implantar un nuevo orden, acorde a la voluntad mayoritaria de los beligerantes triunfantes.

La Revolución Mexicana, si bien se nutrió de las caricaturas de Posadas, de las ideas anarquistas de los Flores Magón, de las posiciones socialistas de Díaz Soto y Gama, su verdadera razón fue la conducta esclavista y dictatorial del general Díaz y los científicos de Limantour.

La revolución reivindicó una lucha social renovadora contra un positivismo materialista y deshumanizado.

Madero, el apóstol iniciador; Carranza, el reivindicador; Villa, el guerrillero del cambio; Zapata, el mártir agrario; Obregón, el invicto soldado e inmarcesible estadista; y Calles, el gran creador del sistema político mexicano, todos ellos dieron vida y rumbo a los años cruciales del movimiento armado de 1910.

Una verdadera revolución, para serlo, necesita llegar a establecerse en forma permanente y jurídicamente válida, por ello, Carranza convocó al Congreso Constituyente de 1916-1917, en Querétaro, en donde el 5 de febrero de 1917 se promulgó el documento rector de dicho movimiento: la Constitución Política Mexicana.

En ella quedó plasmado el programa y los principios de dicha revolución: educación, reparto de utilidades, derecho de huelga, de asociación, de expresión, de tránsito, de asociación, seguridad jurídica, debido proceso, separación de poderes, respeto a la autarquía de los estados miembros, banca central y otros muchos principios básicos del movimiento social de 1910.

Un ejemplo inicial del movimiento ilustra mi afirmación de bondades hacia el programa revolucionario: la educación. Triunfante, Obregón estaba consciente de la necesidad de construir un país sobre un millón de tumbas y toneladas de ruinas.

Nombra a José Vasconcelos Secretario de Instrucción. La espada triunfadora se envaina con honor para dar paso a la pluma de la cultura. Se impulsa la escuela rural, se traducen los clásicos, se publican las revistas El Maestro y La Antorcha, y Gabriela Mistral y Pedro Enríquez Ureña son parte del programa educativo revolucionario.

Cuando el 17 de julio de 1928, Toral, el fanático, asesina a Obregón, se inicia una etapa vital en la vida pública del país. Calles, en su informe del 1 de septiembre de 1928, anuncia la necesidad de pasar del gobierno de caudillos al gobierno de instituciones y de leyes.

Renuncia a la Presidencia, que recae en la...

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