Más cerca que nunca

AutorAltagracia Fuentes

Cuántas veces se habla de calidad en el trato y la convivencia con los hijos, pero qué difícil es llegar al punto en que, como madre o padre, no se sabe cómo echárselos a la bolsa. Cuando se trabaja, cuando el tiempo está dividido entre tantas actividades, cuando no se encuentra un momento para entablar un diálogo profundo (cuando menos de 15 minutos) que permita vislumbrar lo que esa "cabecita" piensa, no importa que el pequeño tenga 2, 4 S 7 años, pues todos merecen la misma calidad, atención y respeto, para muchos papás pareciera que el mundo se les cae encima hecho añicos. Qué difícil es escuchar a la maestra reprochándole al papá o a la mamá que el niño salió mal en la escuela porque no se le dio tiempo para enseñarlo a comprender mejor sus clases y para decirle que es importante que cumpla con sus deberes.

"Ahora ya es muy tarde para solucionar esto"... "Ya nada se puede hacer"... "El niño necesita más atención"... "No hay disciplina en casa porque pasa muchas horas solo"... Todas son frases que, seguramente, a muchos les calan hasta el alma, pero otros difieren de ellas porque saben que siempre hay una nueva oportunidad de replantear lo que se está haciendo mal para mejorarlo. Y es que equivocarse es de sabios.

Y de las equivocaciones también se aprende.

Lo importante es que los padres se den cuenta que algo está funcionando mal. Recuerde que para estar más cerca que nunca de los hijos no sólo se necesita de tiempo. La presencia, si no lleva implícito su propio convencimiento de ganarse a pulso a sus hijos, pasará desapercibida si la calidad en el trato no va de por medio.

Empezar de nuevo

Si después de evaluar su caso sabe que le ha fallado a sus hijos, pues en lugar de tiempo con calidad les ha dado lo contrario, pero desea enmendarse, está en todo su derecho.

La psicóloga Teresa Aldrete explica que siempre es formativo que los hijos vean cuándo un padre se equivoca, pero sabe rectificar a tiempo, aún en los casos más graves.

"Saber pedir perdón es, a veces, más formativo que una vida casi perfecta. Los padres educamos también rectificando miles de veces.

Así es la vida, caerse y levantarse. Todos tenemos que luchar, pero si los hijos ven que nos equivocamos, conocen nuestros defectos y nos aman, pues nos aman con nuestros defectos y nosotros los amamos con los suyos".

Aun desde pequeños, admite, los hijos perciben el cambio de actitud de los adultos, sea para bien o para mal, pero también se dan cuenta de cómo un padre o madre...

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