CEOs vs el mundo

AutorVíctor Juárez

Pareciera que desde la victoria de Donald Trump, en 2016, el estatus de los grandes líderes de la compañías tecnológicas estadounidenses no ha hecho más que ponerse cada vez más y más en duda.

Particularmente en estos años, la presencia mediática de los fundadores de algunas de estas compañías, convertidas en transnacionales monstruosas apenas en esta década, ha evolucionado desde la inspiración provocada por perfiles innovadores a una suerte de villanía esencial asociada al malestar de la desigualdad.

Tomemos las últimas semanas. Al menos tres episodios dieron cuenta de este desgaste: Mark Zuckerberg, creador y CEO de Facebook, fue interrogado en el Congreso de los Estados Unidos y cuestionado particularmente por la negativa de la empresa de sancionar la propaganda política engañosa; el ex CEO de WeWork, Adam Neumann, fue removido del cargo tras ser objeto de escrutinio por malos resultados de la firma y por aspectos de su estilo de vida que fueron igualmente reflejados en la prensa financiera.

Por último, Jeff Bezos, fundador de Amazon, ha sido la bestia negra de los candidatos demócratas Bernie Sanders y Elizabeth Warren, especialmente enfurecidos por el saldo negativo de impuestos que la empresa minorista pagó al Tesoro estadounidense en 2018 (es decir, que pagó 0 dólares de impuestos e incluso le devolvieron dinero). El crecimiento de Amazon en un par de décadas también produjo un amplio reportaje del periodista Charles Duhigg con un título pertinente: "¿Es Amazon imparable?".

¿De dónde tanta acritud? Hemos avanzado mucho desde la idolatría al Steve Jobs de Apple (ahora filtrada por el revisionismo de una decena de películas y libros) al anhelo de ver a esta mayoría de hombres rendir cuentas a la sociedad, frente a legisladores, autoridades judiciales o de sus propias mesas directivas. Pero poco debería sorprendernos este cambio.

En principio, de manera voluntaria o no, todos ellos se han posicionado al centro del debate político en distintas materias asociadas a la victoria de 2016: libertad de expresión y posverdad, desigualdad y privilegios y hasta en temas como el desarrollo urbano.

Pero la figura del emprendedor tecnológico no es una novedad aislada, sino un efecto de las condiciones actuales de globalización mezcladas con un aborrecimiento histórico del magnate (en inglés hay más una palabra para enunciarlo: mogul o tycoon, por ejemplo), cuyo...

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