Desde la celda del Doctor Ballí

AutorDaniel de la Fuente

Con el enorme candado que se usó para cerrar las puertas del Penal del Topo Chico el pasado 30 de septiembre, llegó a su fin la historia de uno de los sitios más ingobernables y violentos de la Ciudad.

Ahí quedaron vacías las viejas y sucias celdas, una de las cuales podría haber pasado inadvertida de no ser por un documento oficial en poder de EL NORTE, que data del 6 de octubre de 1961, y que apunta: "Traslade al reo Alfredo Ballí Treviño del Ambulatorio No. Separos al No. 5".

De acuerdo, también, con testimonios de viejos custodios, esta reducida y ruinosa celda albergó al que sería uno de los criminales más alucinantes, no sólo en Monterrey sino de México.

Los hechos fueron registrados puntualmente por reporteros de la nota policiaca en las páginas de EL NORTE.

HORRENDO CRIMEN

El 8 de octubre de 1959, el pasante de Medicina Alfredo Ballí Treviño, de 28 años, recibió en su consultorio de la Colonia Talleres a su amigo Jesús Castillo Rangel, de 24.

Aunque versiones indicaron que habrían sostenido alguna discusión, otras señalaron que Castillo se dejó inyectar pentotal sódico en el brazo a manera de droga como en ocasiones anteriores.

Adormecido Castillo, Ballí lo desangró en un baño contiguo al consultorio, lo desarticuló con un bisturí y envolvió los restos en una manta, que depositó en una caja.

Posteriormente, con ayuda de un conocido que ignoraba el contenido de la caja, lo enterró en un despoblado por donde ahora se ubica el Puente Guadalupe.

La mala suerte y una mala sepultura del cuerpo hicieron que un pastor y policía auxiliar pasara por el lugar y uno de sus animales, una vaca "pinta", se separara del resto para olisquear el sitio. El hallazgo fue macabro.

Con apoyo de testigos, la Policía detuvo en su consultorio a Ballí, quien no opuso resistencia, aunque ofreció sobornos en vano.

Alejandro Garza Delgado, Fiscal del caso que horrorizó a la sociedad regiomontana, reveló que el motivo del crimen fue que Castillo no quiso continuar la relación sentimental que sostenía con Ballí.

"En la historia del crimen en México nadie recuerda un asesinato de esta categoría", declaró Garza Delgado, quien luego sería director de la Policía Judicial y fiscal de la PGR, y falleció en el 2009.

El Juez Marco Antonio Leija condenó a muerte a Ballí, sanción vigente en esa época, aunque en 1970 la pena fue conmutada a 27 años de prisión. Aquella fue la última sentencia de muerte dictada en México.

Por el crimen que horrorizó a Monterrey, Ballí fue...

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