Carlos Ortiz Gil/ ¿Más de lo mismo?

AutorCarlos Ortiz Gil

Dicen que en el cine ciertas actrices exigen que no las filmen en close up. Alegan que esa toma favorece a algunas, pero perjudica a otras. Cuestión de la edad, supongo.

Así me parece que sucede con cierto panismo localito, ahora que se aproxima la elección de su líder interino. No quieren el close up porque éste les saca todo lo feíto que tienen y que habían guardado cuando simplemente eran un partido fuera del poder.

Supongamos que no sea lo feíto lo que les preocupe a los panistas, sino sus naturales defectos. Naturales porque todos los partidos adolecen de lo mismo. Y defectos porque ¿quién no los tiene?

Lo que pasa es que el PAN dejó de ser un partido político más para convertirse en el partido en el poder. Eso cambia por completo las cosas y tiende a alimentar el ansia de ver cómo es en realidad ese partido. Y es en este momento donde aparecen los defectos en la foto completa.

Cuando el PAN localito era un partido pequeño pero enjundioso, lleno de empuje y arrojo, se le veía con afecto y admiración. Se apoyaba su causa, aunque ahora haya panistas que lo olvidan, y se le percibía como un David contra Goliat: el bien contra el mal.

Los panistas eran gente agradecida con sus simpatizantes y unían en vez de dividir. Como no tenían nada, lo repartían todo y todo lo prometían. Así, la percepción que de ese partido tenía la gente, era la de un conjunto de luchadores incansables por la democracia, personas limpias y sinceras, claras y sin dobleces.

Ante un priísmo cada vez más descarado y ruin, la fama del PAN empezó a crecer y crecer. Si los tricolores eran ladrones, los panistas daban la impresión de ser una gotas de agua. Si aquéllos abusaban del poder, éstos eran casi casi unos santocristos.

Y llegaron al poder sin comprender aún ahora que en el voto iban contenidas dos corrientes: el fastidio y odio contra el PRI y, minoritariamente, la simpatía del candidato Canales.

Una vez entronizado, el poder trastornó al panismo canalista y el PAN comenzó a aparecer en close up. Lo casi angelical se hizo humano. El arrojo y la decisión se volcaron hacia adentro en "purgas" sin sentido.

Los que se decían iguales dejaron de serlo. Aparecieron las élites o, por lo menos, el sentido de clases: los ricos y famosos, los empleables y la naquiza.

Ahora el blanquiazul localito se debate en una lucha interna por el poder. Mas no el poder para derramar esos bienes que tanto alegan en su ideario, sino el poder político inmediato y mediato. Hoy, la dirigencia...

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