Carlos Ortiz Gil/ Cuidado con el debate

AutorCarlos Ortiz Gil

Estuve oyendo y leyendo lo que opinaban varios personajes antes del debate. Me dio la impresión de que lo consideraban definitivo. Como si el que ganara ya fuese triunfador en las elecciones.

Esa idea es falsa.

Los debates y las elecciones son asuntos diferentes. Estas puede prescindir de aquéllos, y de hecho no los ha habido sino hasta hace muy poco en nuestra historia política. De ahí que se pueda decir con seguridad que el fenómeno "debate" es asunto nuevo para los mexicanos.

Puede darse el caso de que alguien gane un debate y pierda las elecciones. El caso de Diego Fernández de Cevallos fue obvio y patético, y aun se habla de una concertacesión.

O al revés, puede darse el caso de que se pierda en el debate pero se triunfe en las urnas. Esa es la posibilidad en esta tan candente sucesión presidencial.

Por eso creo que vale la pena deslindar los términos y aclarar los campos.

Pienso que los debates surten efecto solamente entre un público inteligente. Hablo de personas capaces de manejar conceptos en ocasiones un tanto complicados. Además, no se trata sólo de moverse en el mundo de las ideas sino de ser capaz de articularlas y armar estructuras con sentido.

En el área política, en la cual la lógica se tuerce o simplemente sus reglas no se respetan, es poco menos que imposible llegar a armar estructuras con sentido. De no existir lo anterior, no hay condiciones para llegar a un análisis de qué es lo que se propone. Y no habiendo análisis, no hay conclusiones.

¿Qué sucede si por una razón o por otra no podemos arribar a conclusión alguna?

Que sería imposible comparar lo que propone el que debate con la realidad; es decir, que no podríamos embonar la propuesta con las posibilidades que ofrece la realidad circundante.

Cuando escuchamos que tras un discurso o un informe ha habido realismo nos estamos refiriendo precisamente a esa concordancia entre lo que se propone y la realidad. Por el contrario, al oír que no hay realismo se nos da la no concordancia. Y debemos estar muy alertas a esas grietas que pudiera contener la propuesta, porque son las fallas estructurales del pensamiento las que cuentan más que los aciertos.

La demagogia consiste en ofrecer deliberadamente gato por liebre a quien no puede distinguir el uno de la otra. Hay engaño al prometer algo que por bienintencionado que sea y aunque satisfaga al que eso quiere oír, de antemano se sabe que es imposible o poco probable de dar. Por ejemplo: computadoras y clases de inglés en todas...

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