Carlos Monsiváis / La izquierda intelectual

AutorCarlos Monsiváis

Por un proceso casi de rechazo del término, la derecha latinoamericana ha carecido históricamente de un sector intelectual consistente, o decidido a manifestarse como tal. Si en materia religiosa los derechistas se asumen como tradicionalistas, en lo ideológico los más prefieren argumentar desde posiciones "neutras". Así, casi típicamente, los intelectuales suelen tener posiciones de izquierda (con sus variantes), pero la experiencia atroz del stalinismo y el socialismo real lleva a las divisiones con un sector intransigente que perdura. Añádase a esto el antiintelectualismo orgánico de los partidos políticos, y se verá lo imposible de la generalización: "intelectuales de izquierda". ¿De quiénes se habla?

El momento definitorio de la etapa siguiente al stalinismo es el discurso de Fidel Castro a los intelectuales (junio de 1961). Castro promete zonas de trabajo y creación a los que no sean escritores o artistas revolucionarios, pero de inmediato sube el tono de sus exigencias: "Esto significa por dentro de la revolución, todo; contra la revolución, nada. Contra la revolución, nada, porque la revolución tiene también sus derechos y el primer derecho de la revolución es el derecho a existir, y frente al derecho de la revolución de ser y existir, nadie. Por cuanto la revolución comprende los intereses del pueblo, por cuanto la revolución significa los intereses de la nación entera, nadie puede alegar con razón un derecho contra ella".

¿Quién interpreta, quién decide la interpretación correcta de estar dentro y estar en contra? La frase de la canción de Carlos Puebla resuelve las dudas: "Se acabó la diversión. Llegó el comandante y mandó parar" es el epitafio de las aspiraciones de la libertad de expresión.

A muchísimos, la argumentación del gobierno cubano les parece irrefutable: "Si se permite el ataque desde dentro de la revolución, se le da entrada al caballo de Troya del imperialismo". De 1959 a 2007, con ímpetu disminuido, la tesis persiste, con juicios muy severos a los disidentes (cárcel, despido de empleos, acoso de turbas). Y en la Isla no hace falta demostrar que la crítica está "fuera de la Revolución" y no merece nada.

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Raúl Roa, un marxista histórico de Cuba, poco después del discurso de Fidel Castro, va aún más lejos: "Todos los derechos de la imaginación, de la forma y de la sustancia dentro de la revolución. Ningún derecho de la imaginación, de la forma y de la sustancia contra la revolución... Es innegable igualmente deber...

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