Carlos Fuentes/ El hombre lobo

AutorCarlos Fuentes

Homo homini lupus: el hombre es el lobo del hombre. El famosísimo dicho de Thomas Hobbes en su Leviatán (1651) es como un pesimista cierre al optimismo del Renacimiento y su fe en que el ser humano es capaz de todas las virtudes creativas.

En este principio de año -un enero nublado que presagia un febrero tormentoso- el pesimismo de Hobbes viene a cuento, pero no sólo por los previsibles desastres de una guerra fatal aunque innecesaria, sino por la catástrofe a corto y largo plazo de otra guerra: la del hombre contra la naturaleza, el ecocidio.

El reciente drama de Montes Azules en el sur de México, donde un grupo de indígenas errantes, despojados de tierra y trabajo por los persistentes males mexicanos de la desposesión, la avaricia, la corrupción y el cacicazgo, apelaron a la protección de la reserva de Montes Azules, un paraje que no podía ofrecerles el bienestar y el desarrollo, sino una esperanza pasajera a cambio del siguiente exilio, dan prueba de ello. Son los pobres quienes pagan, en otras palabras, el precio de la degradación ambiental.

La agenda del desastre ecológico es, por fortuna, cada vez mejor conocida. Es, nos dice Koffi Annan, un fenómeno general de retracción: peces, selvas tropicales, bosques, producción agrícola. Todo se retrae en tanto que la población mundial aumentará de los seis mil millones actuales a ocho mil millones dentro de 25 años. En ese cuarto de siglo, cuatro mil millones de seres humanos ya no tendrán acceso, o lo tendrán difícilmente, al agua. El efecto invernadero habrá hecho estragos: lluvia ácida, concentración creciente de gas carbónico en la atmósfera.

La desforestación tropical, sólo en la América Latina, avanza al ritmo de un 0.64 por ciento anual y es irreversible. Va aparejada a la extinción de especies -aves y mamíferos- conocidas y desconocidas. Sólo en la Amazonia, área del tamaño de Europa, existen un millón de especies animales y plantas, constituyendo la más grande reserva genética del mundo.

Las funciones forestales se autorregulan y regeneran, producen un amplio número de compuestos químicos (resinas, alcaloides, aceites), almacenan, absorben y liberan agua, energía solar y energía termal. Mejoran las condiciones de vida urbana, mejorando los estados atmosféricos de las zonas residenciales así como la temperatura en las mismas. La desforestación no sólo degrada, en otras palabras, a la naturaleza, a los bosques y a las tierras, sino a las ciudades.

Su explotación no aumenta la...

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