A cada académico, su letra

AutorMiguel Mora

Servicio EL PAIS

En el alfabeto cabe de todo. Letras eróticas como la efe o la uve, eruditas como la jota y la ge, poéticas como la ese, sobrias como la ele, autóctonas como la eñe, valientes como la I, tímidas como la Q...

También las hay jerárquicas, estrechas, pretenciosas, vacías de sabor, llenas de aroma. Los miembros de la Real Academia Española se han tomado un tiempo para amoldarse a la letra que les tocó y han decidido escribir "Al Pie de la Letra. La Geografía Fantástica del Alfabeto Español".

Cada uno a su estilo, sobrio o alambicado, vívido o pausado, burlador o admirativo, ha repensado la letra que luce su sillón. El resultado es este libro editado por Caja Duero, del que aquí se ofrecen algunos fragmentos firmados por sus respectivos autores.

"Al Pie de la Letra" es una obra colectiva como las demás, pero más dispersa y creativa: los académicos de número cuando se inició el encargo (aparecen los textos de los desaparecidos Antonio Buero Vallejo, Gonzalo Torrente Ballester, Claudio Rodríguez y Torcuato Luca de Tena) reúnen las distintas reflexiones, los recuerdos, deseos y sugerencias que les traen las letras de las sillas que ocupan en la docta casa.

Manuel Seco.

Las letras, cuerpos visibles de los fonemas con que está edificado nuestro hablar, han trazado unos carriles por donde circulamos durante toda nuestra vida. Son las manos y los pies de nuestros mensajes escritos (...). Sin ellas no existiría nuestra cultura. (...) Se alojan en nuestro cerebro como si fuesen parte constitutiva de él. Y entre ellas, como entre los seres de la naturaleza, tenemos nuestras preferencias. Los sucesos de nuestra existencia orientan nuestra elección. Por algo es para mí la A una letra predilecta. Es la letra que la Academia me asignó como ángel custodio o como santa patrona y la que me guía y ampara por los nobles pasillos y salas de este palacio que le pertenece a ella y a todas sus hermanas. (...) Para el observador ingenuo podría parecer que el sillón así designado tiene primacía (...). En realidad, (...) la distinción mayúscula/ minúscula nació a mediados del siglo XIX, cuando, al querer ampliar el número de plazas académicas, hubo que ampliar igualmente el alfabeto. (...)

Miguel Delibes.

'Sobre la e'

Han tenido que pasar veinticinco años desde mi ingreso en la Real Academia para que me detenga por un breve tiempo a reflexionar (...) sobre la letra del sillón que ocupo (...). Y es que, por mucho que se repita, los escritores, o al menos algunos escritores, no somos estrictamente hombres de letras. (...) Respondemos mejor al título de hombres de palabras más que al más frecuente y pomposo de hombres de letras. Personajes, escenarios y emociones se crean y se transmiten con palabras, siquiera sean necesarias las letras, como los ladrillos de un edificio, para la más modesta construcción literaria. Pero es indudable que hubo narradores mucho antes de que existiera la escritura.

Y también que aún hoy viven a nuestro alrededor, generalmente en el campo y con sus voces puestas en sordina por mor de la televisión, grandes fabuladores y cronistas orales (...) que raramente han puesto en su vida una letra detrás de otra, como no fuera para estampar su firma. (...)

Luis Goytisolo.

(...) Cuerpo. Y corazón. Y cerebro. Las palabras de la vida. Palabras, todas ellas que, por cierto, empiezan por c. Y que por su particular trascendencia también merecerían ser escritas con mayúsculas: Cuerpo, Corazón, Cerebro. Sí, con C.

Domingo Ynduráin.

Por ser principio de todo y de los alfabetos griego, latino, árabe, hebreo, indio, etcétera, parece que corresponde escribirla en tipos altos, en mayúscula. En minúscula, y situada en cualquier posición, la manera de pronunciar de la a es la más abierta y, por ello, clara de nuestro alfabeto; a esta causa se debe que, en las correspondencias cromáticas, se asocie al color blanco o albo con el color de los campos (...)

José Luis Sampedro.

'El jardín de la F'

Folio: Puestos a dar un paseo entre las florecillas de mi jardín léxico, acotado por la letra F, ningún otro vocablo se me aparece antes que Folio, puesto que él solo se me viene a las manos en cuanto me dispongo a escribir. Paladeo su sonoridad, primero algo arañante, después más suave, y luego la etimología me recuerda que manejo una hoja, que este blanco espacio, campo de labranza para mi Faena de hoy, ha sido antes árbol, cuerpo vivo, susurro al viento...

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