Desde Buenos Aires... / Que el próximo sea mejor

AutorRodrigo H. Bigliani

Si bien restan las formalidades de una última fecha, el torneo Apertura más que presente comenzó a ser deglutido por el pasado. Y debo decir que por fortuna está terminando, pues ha sido una competición poco atractiva, más gobernada por las polémicas que por el fútbol en sí. Muchos entrenadores perdieron sus puestos, otros fueron cuestionados en forma permanente, muchas listas de sucesores se esgrimieron, y un campeón que se perfiló casi desde el inicio le quitaron brillo y le añadieron un dejo de fastidio.

Sólo producto de algunas ventajas otorgadas por Boca Jrs., a la postre el campeón, que perdió puntos impensados con equipos inferiores, el campeonato contó con cierta dosis de suspenso; aunque la realidad diga que nadie (o casi nadie) puso en duda la coronación de los xeneizes.

Ha sido un final carente de una definición trascendente, entre otras razones por que los "grandes", Boca y River, desde hace más de dos semanas enfocaron su prisma en otras competiciones. Pero a diferencia de lo que suele suceder en nuestro fútbol, en esta ocasión bien vale destacar la coherencia que ha dominado al torneo: mediocre de principio a fin. Boca cerró su participación con un empate y una derrota, con una formación plagada de juveniles, pues el hecho de haberse asegurado el título en forma anticipada les permitió tanto al cuerpo técnico como al plantel poner su mente en la final Europeo-Sudamericana ante Milán, A.C.

Por su parte River perdió la brújula futbolística (nunca supo a qué jugó) y el descontento de su afición dejó al ingeniero Pellegrini como blanco de todas las críticas. A tal punto que ni la posible coronación en la Copa Sudamericana, será suficiente como para extender su continuidad en el banquillo millonario.

El desempeño de los diablos rojos de Avellaneda no hizo más que ratificar una crisis institucional indisimulable que bien podría graficarse intentando una suerte de analogía con aquél que en el pasado fue un adinerado y hoy el presente lo encuentra "venido a menos"; pero su cerrazón no le permite admitir lo evidente, y sigue viviendo en una realidad virtual sustentada en épocas pasadas, trasladando aquellas pretensiones al presente y presumiendo ser algo que hace tiempo dejó de ser. Esto explica el por qué diecinueve fechas bastaron para devorarse a dos...

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