¡Qué buena Puntada!

AutorMaría Luisa Medellín

Casi todas las mesas están ocupadas. Las charlas se entreveran al tiempo que las meseras van y vienen con las charolas llenas de platos con hamburguesas, chiles rellenos, arrachera y otras delicias norestenses.

La cocina conserva una sazón casera; las recetas se preparan tal como hace más de medio siglo, cuando Raúl Flores Cázares tuvo "La Puntada" de establecerse.

Armando Flores Garza, uno de sus tres hijos, no tiene muy claro si fue el 22 de noviembre o el 22 de diciembre, pero eso sí, de 1955, cuando su padre emprendió esta aventura con apoyo de su esposa, Carmen Garza, hoy de 86 años.

Él ya falleció. Ella aún asiste por las mañanas. Es menuda, de cabello blanco, corto y ondulado, y supervisa el movimiento del restaurante, administrado por la segunda y tercera generación de la familia. Dice que se le olvida todo, pero no pierde detalle.

El restaurante, con la imagen del matrimonio Flores Garza tras la caja, amplias vidrieras y una barra donde sirven café y pan recién hecho, evoca al Monterrey de antaño, igual que parte de su clientela, que los sigue desde sus inicios en Juárez y Morelos, y ahora en Hidalgo, casi esquina con Juárez, donde se instaló en 1980.

I

Casi es mediodía. Francisco López, alto, de bigote y párpados caídos tras los lentes, avanza hacia el fondo, a la barra.

Saluda a otros comensales y se sienta en uno de los banquillos. María de Jesús López, quien lo atiende, había anticipado que llegaría en cualquier momento y lo recibe con un: "¿Cómo está, señor López?".

Él dice sentirse como en casa. Desde hace 20 años come aquí de lunes a viernes, y los sábados llega a merendar.

"Me gusta todo, es muy casero: la milanesa de pollo, la crema de zanahoria, el caldo de res, y como mi esposa trabaja, prefiero comer bien, aquí".

La Puntada es entrañable para él porque desde mediados de los 60 iba a tomar licuados con su novia Graciela Déciga, con quien se casó.

"Había radiola y las novedades eran la hamburguesa con frijoles y guacamole, y el hot dog en bolillo, riquísimos", dice.

Evangelina González y Rubén Aceves están sentados en otra mesa.

En los 70, él preparaba los licuados y ella era mesera en el local de Morelos y Juárez. Cuando contrajeron matrimonio, ella se dedicó al hogar y él cambió de empleo, pero aún acuden con frecuencia y evocan esos años.

María de Jesús prepara más café en la barra. Era una quinceañera cuando ingresó a La Puntada. Se retiró a los 20 para casarse, pero volvió a laborar en periodos intermitentes, más los...

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