A buen puerto

AutorCecilia Núñez

Enviada

VERACRUZ.- Desde el sabor intenso de una picadita, que se disfruta mejor en una de las mesas del famoso Gran Café de la Parroquia, hasta la sensación de tener los pies hipnotizados al ritmo del danzón, que se baila varias noches a la semana en las plazas principales: los pretextos sobran para planear una escapada a este hervidero de folclor llamado Veracruz.

Pero desde hace un mes, este puerto regala un pretexto más: revisitar un clásico de los años 40, el hotel Emporio, que después de tres años de remodelación y una inversión de 25 millones de dólares renace cobijado por la historia que lo rodea.

El hotel se encuentra en el centro del acontecer del puerto. Su arquitectura simula un barco y sus ventanas redondas sirven de marco para abarcar el folclórico paisaje jarocho.

De frente se mira el malecón con el mar de fondo, en el que decenas de barcos multicolores forman parte del paisaje; a un lado se ve un costado del tradicional Gran Café de la Parroquia, frente a los arcos del Mercado de Artesanías, y a lo lejos, las murallas de San Juan de Ulúa irrumpen en el horizonte.

Y es justo ahí, frente alguno de los ventanales del Emporio, que al guardar silencio, los murmullos del mar y el viento parecen relatar capítulos de la historia del País en los que Veracruz jugó un rol protagónico.

En estas mismas costas, Hernán Cortés desembarcó el Viernes Santo de 1519 para fundar el primer ayuntamiento del Nuevo Mundo, bajo el nombre de La Villa Rica de la Vera Cruz.

A partir de aquel instante, este litoral se convirtió en el enlace entre la Nueva España y el Viejo Continente.

Durante la Colonia, fungió como punto de entrada y salida de embarcaciones cargadas de riquezas y cartas que hacían la crónica de la Conquista.

Hoy, los sonidos de los buques de carga y la dinámica de los navíos son una prueba de que sigue siendo el puerto más importante del País, por donde México intercambia productos con el mundo globalizado.

Aquí desembarcó el Emperador Maximiliano, en 1864. Y también desde aquí partió Porfirio Díaz, en 1911, hacia su exilio europeo a bordo del Ipiranga.

En esos irónicos juegos del destino, a Don Porfirio se le vio zarpar del muelle que él mismo mandó construir nueve años antes.

Un vistazo más hacia el horizonte, y el Fuerte de San Juan de Ulúa roba la atención. Fue edificado como defensa de las invasiones de famosos piratas.

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