Bruno Ferrari/ Educación: La eterna prioridad
Autor | Bruno Ferrari |
El domingo pasado, platicando con unos amigos sobre nuestros hijos, salió a relucir el tema de su educación. Me llamó la atención el que la mayoría hacía desde ahora sus mejores esfuerzos por asegurar una educación de excelencia a sus herederos, la cual en el futuro se complementaría con estudios universitarios y si fuera posible también de posgrado. En general todos coincidimos en que a mayor preparación más altas eran las posibilidades de que pudieran ser hombres y mujeres exitosos.
Fue gratificante ver que mis amigos tienen razón, es mejor ofrecer educación que dinero a nuestros hijos, la primera se queda con nosotros siempre, lo segundo se va fácilmente. Además, debemos señalar que la historia -sobre todo en los últimos años- ha demostrado que el poseer una alta preparación académica se traduce inevitablemente en una importante ventaja competitiva a la hora de acceder a los mercados laborales. Sin embargo, me queda la preocupación de que caigamos en el error de reducir la formación de nuestros hijos al desarrollo de sus conocimientos y su capacidad intelectual. El colocar en el centro de la educación de nuestros jóvenes un proyecto que se reduzca solamente a potenciar el uso de la razón y la inteligencia, estoy seguro de que traería como consecuencia el desarrollar personas frías, calculadoras y racionales, muchas veces incapaces de servir a los demás.
Le comento lo anterior porque lamentablemente muchas veces reducimos el "valor" de una persona a los conocimientos que tiene o a los títulos alcanzados. Pero esto no lo es todo. En más de una ocasión nos hemos encontrado en nuestra vida con personas que han dejado todo por alcanzar una beca o una maestría en el extranjero, pero al final, aunque son verdaderos genios en sus especialidades, son incapaces de formar una familia, arraigarse en su tierra o cultivar simplemente buenas amistades.
Tampoco debemos olvidar que los hombres y las mujeres somos algo más que cerebro. Somos alma, amor, sentimiento y voluntad, y cuando por diferentes razones truncamos cualquiera de estas facetas del desarrollo humano, el resultado siempre ha sido un retroceso en el propio desarrollo de los hombres y la sociedad.
Para evitar lo anterior, es importante ofrecer a nuestros niños y jóvenes una educación integral. En general, para las escuelas esto significa que el estudiante -además de las actividades académicas que debe desarrollar- participe en actividades artísticas y culturales, practique deportes, realice...
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