Bitácora de vuelo

AutorDaniel de la Fuente

Editora: Rosa Linda González

La labor de los sobrecargos va más allá de servir café o brindar una almohada al pasajero. Gracias a ellos, parte de la seguridad aérea está garantizada. Thelma Villarreal lo ha sido por 17 años y, en sus viajes por los cinco continentes y desde un oficio no muy valorado por la sociedad, ha vivido amenazas de bomba, aterrizajes forzosos y pasajeros difíciles.

"Puedes amanecer almorzando en Mérida y terminas cenando en Miami o, mejor aún, salir a correr un rato antes de tu vuelo, por la mañana, en Cancún y llegar a cenar o trasnocharte levemente en algún pub de Nueva York y reconocer entre los clientes a Bruce Willis, quien por cierto toca muy bien la armónica".

Ésta es, sin embargo, la parte divertida de ser sobrecargo, aclara la regiomontana Thelma Villarreal Sustaita, de 43 años, de los cuales 17 los dedicó a andar "en el aire", como le gusta decir.

De hecho, esta chica pequeña -contrario a la idea que se tiene de las azafatas como gente alta-, de ojos grandes y conversadora, explica que su labor es tan ardua que por el solo hecho de "vivir volando" se tiene un desgaste físico considerable.

"Se dice que un año 'terrícola' equivale a dos para nosotros (los aéreos, acota) por la despresurización a la que estamos expuestos", cuenta sonriente. "O sea, me presurizaba y despresurizaba hasta seis veces al día, por cada despegue y aterrizaje".

El desgaste se incrementa si el sobrecargo o capitán no se ejercitan, fuman o beben alcohol en exceso.

El último vuelo de Thelma fue un Monterrey-Mazatlán-Cancún, en julio del 2008. Decidió salir de las aerolíneas para tomar un descanso y radicar en Canadá, aunque procura volver a Monterrey para estar con su familia.

"Tomarme otros aires", ríe y habla de sus años en las alturas, en los tiempos actuales donde las aerolíneas se desploman financieramente hablando, y, claro, físicamente algunos aviones, ésos sí con fatales consecuencias.

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Thelma es una promotora del papel del sobrecargo, no como alguien que sólo sirve tragos o cacahuates, sino como apoyo para los pilotos y un elemento que vela por la seguridad de los pasajeros y cuya actuación, incluso, puede salvar vidas.

"El hecho de revisar que los asientos no estén inclinados al despegue o aterrizaje, para que los pasajeros no sufran lesiones en la columna en una emergencia, o evitar que gente obesa, con muletas, embarazadas y con niños tomen asientos en las salidas de emergencia, es un factor de seguridad que no todos valoran", afirma.

"Como sobrecargo debes conocer tu avión: revisar que dos bebés y dos adultos no estén en una misma fila de asientos, por ejemplo, porque las mascarillas no alcanzan. Son cosas que no se ven".

Thelma es la cuarta de cinco hermanos y llegó a la aviación "en calidad de mientras". Primero quiso entrar a ingeniería, pero como le daba más por el diseño cursó arquitectura, de la que se tituló en 1990.

"Nunca pensé ser sobrecargo. Si preguntas a cualquiera, responderá que quería serlo desde niña. Yo no".

Hizo planos en un despacho, del que salió para concluir su carrera, pero cuando quiso volver ya no pudo, por lo que aguardó una oportunidad en Cemex, que nunca llegó.

Entonces fue que acompañó a una amiga a hacer una prueba de sobrecargo en...

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