Bienvenido a la nada

AutorAdolfo Córdova

Especial

PLAYA BALANDRA, Baja California Sur.- "Aquí no hay nada", nos dice sonriendo un lugareño cuando nos ve sacar la cámara. "Nada", insiste, y extiende el brazo para presentarnos la playa.

Y es verdad.

Ni una hielera con cocos ni carritos de raspados ni puestos que vendan ballenas inflables o pareos. Sólo la perfección de una bahía turquesa, con arena blanca, poco profunda y sin oleaje, escondida entre cerros. Un paisaje que uno imagina en islas idílicas, recónditas.

Pero no hace falta atravesar medio océano.

Sobre la costa, a escasos minutos de una ciudad, y en territorio mexicano, existe Balandra. El orgulloso secreto de los oriundos de La Paz. Una de las joyas del ecosistema marino más rico de México, el Mar de Cortés.

Sin embargo, aquí, donde "no hay nada", hay mucho.

Recostados sobre la arena, en un sombra que proyecta una de las formaciones rocosas del lugar, observamos pescar a las gaviotas y a las tijeretas. Entre aleteos y graznidos vemos saltar peces plateados e intuimos que bajo el agua hay una abundancia de especies insólita en una playa turística.

En el extremo derecho de la bahía, posado sobre el famoso Hongo de Balandra, una formación rocosa emblemática de la zona, un cormorán contempla la pesca igual que nosotros. Parece dudar si unirse o no al festín. Nosotros decidimos que sí y nos metemos al mar.

CAMINAR MAR ADENTRO

Una de las sorpresas de esta bahía es que puedes internarte hasta 500 metros y el oleaje no pasará de tu cintura. En la mayor parte del trayecto, el agua nos llega a las rodillas y, como la marea está baja, incluso se forman pequeñas islas. Descansamos en una, en plena nada, con las piernas a medio sumergir. Levantamos la cara al sol. Buscamos delfines, cuentan que a veces entran a la bahía. Nos maravilla imaginarlos, aunque no pase ninguno.

Alcanzamos a ver otras playas en bahías contiguas. Podríamos llegar a alguna caminando, así, casi sobre el mar, o conseguir un kayak.

¡NO LAS PISES!

De regreso a la orilla tenemos cuidado de no pisar a las rayas porque ya nos han advertido que su picadura es muy dolorosa. Viven enterradas en los fondos arenosos y abundan en Balandra. Nos aconsejaron avanzar arrastrando los pies.

Cuando salimos del agua, el cormorán sigue posado sobre el hongo de piedra, o tal vez sea otro. Este lugar fue declarado Área de Importancia para la Conservación de las Aves desde 1998.

Dicen que hace muchos años un turista quiso subirse al hongo, como si fuera una ligera ave, y quebró el...

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