Las batallas de Morton

AutorMaría Luisa Medellín

La primera impresión al llegar a Sarajevo en aquel abril de 1996 fue desoladora. Casas destruidas, quemadas. Pozos junto a muros, coches empalmados en columna como protección ante los francotiradores.

Cinco meses antes se habían signado los acuerdos de paz. Aún había toque de queda y la población desplazada retornaba a lo que quedaba de sus hogares.

Los ecos de la guerra reproducían en las mentes niñas y jóvenes la angustia, la ira, tras la pérdida de uno o ambos padres, de parientes, amigos, o de todos.

En aquel jirón del planeta, el escuadrón humanitario de Médicos del Mundo enroló al psiquiatra regiomontano Alejandro Morton Martínez.

Su misión, frente a un equipo de especialistas, era sanar y apoyar a las pequeñas víctimas.

Al paso de los años, este mismo hombre, hoy de traje y corbata, más por su cargo como director de Protección al Menor y la Familia del DIF Nuevo León que por gusto personal, lidia con una guerra diferente, pero quizá igual de cruel.

Su campo de acción es el Centro Capullos, donde un promedio de 280 niños se recuperan de las cicatrices del maltrato y el abandono.

Sus padres viven, pero están ausentes. Los pequeños sólo necesitan cariño, pero a cambio han recibido golpes e indiferencia.

Hay que responderles por qué sus padres los dejaron, si un día volverán o los abrazará una nueva familia.

En este territorio frágil y hostil es donde Morton sigue día a día librando sus batallas.

No pudo abordar un vuelo de París a Sarajevo porque los bombardeos habían destruido el aeropuerto de esa capital bosnia.

Hizo escala en Zagreb, Split, en la costa de Dalmacia, de cara al Mar Adriático, y en una camioneta 4 x 4 se trasladó a su destino con una tercia de especialistas.

Portaban credenciales de la ONU, uno de los pocos salvoconductos respetados en las carreteras bosnias, atestadas de soldados, tanques y puntos de revisión.

Morton, un soltero de 48 años, y el mayor de cuatro hermanos, asumiría la dirección de un centro de atención para adolescentes con traumatismos, a raíz de la guerra.

No lo dice, porque es modesto y algo introvertido, pero el dominio del inglés, francés y alemán, y su currículum: Psiquiatra General, con subespecialidades en Psicopatología del Adolescente, Alcohología, Discapacidad y Familia, y entrenamiento en Psicogeriatría, en los hospitales Santa Ana y la Pitié-Salpêtrière, de París, lo convirtieron en candidato idóneo.

No le costó mucho aceptar la misión cuando una colega parisina lo contactó en Monterrey...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR