Bangkok su reino por una sonrisa

AutorHaydé Murakami

Enviada

BANGKOK, Tailandia.- Después de dejar más de 40 horas en aeropuertos y aviones, pasando por tres áreas de migración, y arrastrando maletas por larguísimos corredores, sólo una visión contundente como las tantas que guarda Bangkok logra extraer al viajero del sopor.

Una explosión de dorados, verdes, rojos y azules ocurre por todos lados, casi siempre mezclada con budas, flores y sonrisas.

"¡Sawasdee ka! ¡Sawasdee ka!", saludan los empleados de hoteles, restaurantes, tiendas de souvenirs y atractivos turísticos, mientras juntan sus manos a la altura del pecho e inclinan la cabeza.

La playera tipo polo de tono naranja brillante no deja que los viajeros pierdan a Roger, como le decimos a Rachun Namwat -el guía de Royal Silk Holidays-, quien habla pausadamente, cuidando de pronunciar todas las sílabas para que el acento de su lengua madre no arruine ni por equivocación su buen inglés.

Mientras sus clientes de hoy sudan de modo inconmensurable, a él no le asoma ni una gota aún.

La temperatura es de 34 grados, pero el nivel de humedad es del 90 por ciento, haciendo patente la razón por la que la Organización Meteorológica Mundial declaró a Bangkok como "la ciudad más calurosa del mundo".

Dispuestos a comenzar la exploración de los porqués del magnetismo de Bangkok, emprendemos la primera visita.

La silueta blanca del templo Wat Traimit, que remata en una punta dorada al estilo de la arquitectura sukhotai, se recorta contra el cielo azulísimo. Dos leones de mármol resguardan la escalera que conduce hasta este recinto ubicado a la entrada del Yaowarat, o Barrio Chino, y que presume la escultura de buda de oro macizo más grande del mundo.

Roger entrega el dato con el entusiasmo de estar contando todo por primera vez: con un peso de unas 5.5 toneladas y una altura de 3 metros, esta hoy tan reverenciada rupa de buda Akshobya, esculpida en el siglo 13, fue ignorada largo tiempo y dejada a la intemperie o en una pagoda menor.

¿La razón?Estaba cubierta de estuco y parecía una escultura más, hasta que en 1955 intentaron moverla con una grúa. Los cables se vencieron y ésta cayó al fango. Cuentan que por considerar el hecho de mala suerte, todos corrieron mientras se desataba una tormenta. Al día siguiente se descubrió que estaba cuarteada, revelando el reluciente metal.

Más de 20 millones de dólares en oro dicen que vale, pero a los peregrinos más les importa su valor religioso, por supuesto, y por eso no paran de entrar con flores, frutas, incienso...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR