En Baja California duermen los gigantes

AutorAlfredo Martínez

Las cactáceas son autóctonas del continente americano, su distribución abarca desde la latitud 56íN en Canadá hasta la Tierra del Fuego y su reino está compuesto de más de mil 200 especies, de las cuales mil habitan en territorio mexicano.

Desde la antigüedad han jugado un papel muy importante dentro de la historia y el folclor de México, tanto que una especie conocida como nopal (del género opuntia) en la que se posa un águila devorando una serpiente forma parte del escudo nacional.

Además fue la señal que dio el dios Huitzilopochtli al pueblo del sol que en su largo peregrinaje partió de la tierra blanca Aztlán en busca de ese símbolo, y terminaron encontrándolo en una isla situada en el Lago de la Luna o Meztliapan, como se llamaba esotéricamente al Lago de Texcoco.

Ahí estaba: el águila que representaba a su Dios Sol Huitzilopochtli, posada sobre un nopal espinoso, cuyos frutos, las tunas rojas, simbolizaban corazones humanos. Sólo en ese lugar podían descansar y fundar el pueblo del Sol, la Gran Tenochtitlan, hoy Ciudad de México.

Gracias a los datos iconográficos y jeroglíficos de los Códices que no destruyeron los conquistadores, se tiene conocimiento de cómo el pueblo azteca utilizaba las cactáceas en ritos religiosos o como remedios curativos, amuletos, fuentes de tintes para textiles o golosina, como las dulces pitahayas o tunas que hoy siguen saboreándose.

La biznaga

El cactus de barril o biznaga, como comúnmente se le conoce, pertenece al género ferocactus. En la época prehispánica se le conocía como teocómitl u olla divina.

Algunos historiadores hacen alusión a un monolito llamado teocómitl en el estado de Tlaxcala que era utilizado como téxcatl o mesa de sacrificios; los sacerdotes aztecas recostaban y amarraban a su víctima sobre las punzantes espinas para después arrancarles el corazón por orden de Huitzilopochtli.

Algunos usos menos violentos de esta cactácea son los que menciona Miguel del Barco en su libro "Historia Natural y Crónica de la Antigua California", pues describe las cactáceas como plantas de forma irregular.

"La biznaga crece poco, unas son de tres palmos de alto, otras de cuatro y pocas llegan a cinco. No obstante, en algunos territorios las hay de dos varas".

Había quienes usaban las espinas como limpiadientes, en algunas misiones sirvieron como agujas para hacer medias y los indios cochimies que habitaban los desiertos de la península de Baja California extraían las semillas de las frutas y las ponían a...

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