Azzate: Portentoso y gentil

AutorAlessandro Triacca

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No todos los caminos llevan a Roma. Hay otros que van al norte de Italia, más allá de Florencia, Venecia y Milán, a escasos kilómetros de la frontera con Suiza.

Ahí, al amparo de los Alpes, está la provincia de Varese, conocida también como "La tierra de los siete lagos". A orillas de uno de esos lagos -el que lleva el mismo nombre que la provincia- se encuentra el comune de Azzate, una pequeña localidad con 4 mil 670 habitantes.

Conocí este lugar hace más de 20 años, pero el pueblo luce hoy casi idéntico a mis primeros recuerdos. De hecho, no parece haber cambiado tanto desde que se tomaron las fotografías en blanco y negro que guarda mi padre de su infancia.

Con sus calles estrechas, su anciano y ruidoso campanario, y las casas encaramadas sobre la pendiente que mira al lago Varese, Azzate se conserva como un resquicio de tranquilidad.

Puntos cardinales

Por su ubicación, Roma divide a Italia en sur y norte.

El sur, según la opinión de los propios italianos, es cálido y caóticamente encantador, al igual que sus habitantes; el norte, dicen, es portentoso, con una población ordenada y gentil.

Esta generalización, aunque vaga, resulta acertada para describir Azzate y sus alrededores.

La ruta de acceso al pueblo es la Vía Piave, que a lo largo de dos kilómetros atraviesa de este a oeste toda la demarcación, si bien la mayoría del comune se concentra en un tramo de 500 metros.

Sobre esa avenida están esparcidos los negocios más importantes, desde bancos y un arcaico Blockbuster hasta los locales de mayor tradición, como el bar de Albini, parada obligatoria para beber un caffè (expresso corto); o la óptica de la familia Nicora, que desde hace décadas custodia la vista de gran parte de los habitantes de Azzate.

A juzgar por la interacción que se observa en las calles, pareciera que aquí todos se conocen entre sí. Al dar un paseo o salir de compras, la gente va saludándose, literalmente, a diestra y siniestra.

"Salve!", se gritan a modo de saludo dos mujeres que se reconocen en la avenida.

En la glorieta central de las tres que hay en Vía Piave me encamino al norte por una calle estrecha, la Vía Vittorio Veneto, que se distingue fácilmente por el campanario que asoma al fondo.

Unos metros adelante, a mano izquierda, está otro negocio de alcurnia: la barbería de Giuseppe Olivarez, heredero de una larga tradición en el manejo de las tijeras. Según me cuenta él mismo, su padre, Vanni, ya se ocupaba de la barba y el cabello de mi abuelo hace...

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