Proyecto Familia/ Ayude a sus hijos a mantener interés por sus estudios

AutorIrma Laura Ortiz Moctezuma

El regreso a clases representa para la mayoría de los niños y jóvenes la alegría de reencontrarse con antiguos compañeros, la ilusión por estrenar mochila, libros y accesorios de moda, por despejar la incógnita de ¿quién será el nuevo maestro?, en suma, la curiosidad por lo nuevo, al mismo tiempo que el anhelo por ser "más grande".

Lo cierto es que el primer día de clases es esperado (sobre todo por los estudiantes) con nerviosismo y grandes expectativas, sin embargo, ¿qué sucede conforme pasan los días y las semanas de clase?, ¿qué factores llevan a padres y maestros a quejarse reiteradamente de la pérdida del entusiasmo inicial?

Es bien sabido que el proceso educativo para ser llevado a feliz término requiere de la participación activa de alumno-maestro-padre. Por tanto, conservar y acrecentar el interés demostrado durante los primeros días es tarea y responsabilidad de todos los implicados. La escolaridad no equivale a una carrera de obstáculos, en la que lo más importante es llegar en primer lugar sin derribar uno solo a su paso. El niño debe aprender progresiva e individualmente acorde a sus capacidades y limitaciones personales.

Más ¿qué deben hacer los involucrados en este trinomio educativo a fin de acortar la distancia entre los buenos propósitos de inicio de ciclo escolar y las dificultades prácticas que se irán presentando?

¿Qué requier en los maestros?

Un estudiante motivado estará siempre apto a ser receptivo a todo lo que le rodea y se encontrará en mejores condiciones de aprender y comprender.

Una de las motivaciones del trabajo escolar consiste sin duda alguna en la curiosidad. El deseo de comprender y descubrir el mundo constituye un motor poderoso que, por lo menos al principio, impulsa al niño a esforzarse. Los maestros(as) saben bien que se puede esperar mucho de él cuando se despierta genuinamente su atención. El niño y el joven que tiene ganas de aprender realiza progresos brillantes. Pero la curiosidad no basta para estudiar cinco o seis horas durante cinco días a la semana. Se requieren otras motivaciones.

Un buen maestro siempre debe cuestionarse: ¿qué esperan de mí los alumnos?, ¿cuáles son sus expectativas respecto al curso? No importa la edad de los educandos, éstos siempre esperan encontrar, además de conocimientos, trato respetuoso y de ser posible afecto. El educador frío, distante, que llega el primer día de clase estableciendo reglas, olvidando interactuar con sus alumnos, tratándolos como máquinas...

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