El ataque de los mutantes

AutorMarco Granados

Recientemente el arte de Monterrey, y particularmente el arte hecho por sus jóvenes, ha llamado la atención de críticos, galeristas y personalidades del medio en el país y en algunas partes del extranjero. Esto no es gratuito. Mucha de la obra producida aquí por creadores menores de 30 años es fácilmente ubicable en el ámbito artístico internacional.

Esto tiene muchas explicaciones: una de ellas es que va aparejado a la inmediatez y disponibilidad que el artista tiene hoy para hacer uso de las tecnologías y el acceso a la información en forma expedita por medio de revistas especializadas o de la Internet.

La educación universitaria es otro factor que hay que considerar. Esto se complementa con la apertura que muchas instancias han mostrado para con la práctica artística, especialmente las galerías. Cada uno de estos puntos es posible analizarlo en forma más amplia, quizás más adelante.

Ahora bien, tratar de definir el arte que hacen estos jóvenes es un tanto complicado, pues en él encontramos desde los trabajos más académicos y tradicionales hasta los más contemporáneos. También es sabido que hoy el arte presenta, en ese sentido, una desventaja para el espectador -muchas veces aun cuando éste posea nociones-.

Puesto que los soportes de las obras se han diversificado tanto que al lienzo se le ha sumado el monitor, superficies objetuales, incluyendo el propio cuerpo del artista, la fotografía y hasta el sonido, nos vemos en la disyuntiva de adentrarnos en lo presenciado o, de plano, detenernos a esperar la explicación del autor o de un interlocutor (nunca falta) que nos defina aquello que en ese instante se tornaba abstracto.

No obstante, ahora que la mayoría de los artistas está o ha cursado estudios especializados en la materia, es posible distinguir que poseen una desmemoria crónica de lo hecho aquí, heredada de sus maestros y antecesores, y también un desapego casi obligado de la representación de un regionalismo, lo que paradójicamente da por resultado una identidad regional de evasión.

Igualmente, podemos detectar temas y motivos bajo los que esgrimen muchos de sus argumentos, éstos van de la ironía a la abulia y del desencanto a la frivolidad. Existen, sí, los que intentan evidenciar otro tipo de preocupaciones, pero la verdad es que son los menos; los hay que pretenden elaborar discursos conceptuales y/o técnicos o los que en forma franca buscan sólo divertirse o molestar con lo insólito de su trabajo.

Hace algún tiempo, Vanesa...

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