Arriesga Vicepresidente carrera por enamorarse

AutorJacqueline Fowks

EL NORTE / Especial

LIMA.- El primer Vicepresidente peruano, Raúl Diez Canseco, ofreció ayer disculpas a los peruanos y a su familia "por haber faltado a la verdad con respecto a sus afectos personales", después de haber negado su relación sentimental con la joven Luciana de la Fuente, cuyo padre fue beneficiado con un decreto firmado por él cuando ejercía el cargo de Ministro de Comercio Exterior.

Tras haber sido hallado responsable de ordenar y firmar el decreto supremo para favorecer al padre de su novia en abril, la Comisión de Acusaciones Constitucionales del Legislativo decidirá en febrero si lo inhabilita para ejercer función pública.

La historia empezó públicamente el 16 de octubre, cuando un anuncio pagado del Consejo de la Prensa Peruana, sin mencionar nombres ni casos, refería que "el desempeño de una función pública no convierte en públicos todos los actos que la persona realiza".

En esos días, los periodistas locales sabían que la nueva pareja de Diez Canseco, entonces Ministro de Comercio Exterior, era una joven funcionaria de dicha entidad y que, además, recibía un sueldo por encima de su calificación. Previamente, el 13 de octubre confesó a directores y dueños de medios de comunicación que la política había "arruinado" su matrimonio.

Pero el 6 de noviembre el diario Correo denunció que gracias al decreto supremo del 3 de abril, Germán de la Fuente, padre de Luciana, fue beneficiado -justo el día de su cumpleaños- con exoneraciones tributarias y la condonación de una deuda fiscal de su restaurante Manacaru, ubicado en el Duty Free del aeropuerto internacional Jorge Chávez.

El reportaje cuestionaba también que un par de primos de la novia de Diez Canseco fueron contratados en el Ministerio de Comercio Exterior a sugerencia del novio.

El político respondió al día siguiente que la denuncia era falsa y negó reiteradamente su relación sentimental con la joven. El 11 de noviembre, en una sesión ante la Comisión de la Fiscalización del Congreso, los periodistas se preguntaban si Diez Canseco había llorado o no mientras hacía su descargo, pues en un...

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