Andrés Clariond Rangel / ¿Ivonne Jolie o Angelina Álvarez?
Autor | Andrés Clariond Rangel |
"Ya sé que no aplauden".
Enrique Peña Nieto
El evento del domingo pasado generó muchas expectativas. El solo hecho de no saber si triunfaría la favorita mantuvo a la gente en ascuas y atenta a cualquier sorpresa de último momento.
La alfombra roja por donde desfilaron las personalidades reflejaba la importancia del suceso. No la pisaban simples mortales, sino estrellas vitoreadas por montones de fanáticos y encandiladas con flashazos de reporteros y curiosos.
La popularidad de los presentes se medía de acuerdo al número de cámaras a su alrededor, ávidas por captar sus atuendos, accesorios y relojes. Tras las vallas, una multitud seguía con libreta y celular en mano cada movimiento de sus ídolos.
Adentro, el inmueble estaba abarrotado y no todos tenían el desfogue de los camerinos. Sólo algunos privilegiados tuvieron acceso a ellos, principalmente los nominados y los ganadores de años anteriores.
Sus conversaciones versaron en el cambio de vida que les trajo la victoria: se volvieron millonarios, sus propiedades y bienes se multiplicaron, fueron admitidos en las altas esferas de la sociedad, entre otros frutos.
Mientras tanto, en el escenario discursos sentimentales arrancaban aplausos y lágrimas.
El que la narración anterior pueda ser usada indistintamente para describir la premiación de los Óscares y el ungimiento oficial de la candidata del PRI a la Gubernatura de Nuevo León, Ivonne Álvarez, es alarmante.
Para quien le resulte imposible de creer, ahí están las fotos y videos de la multitudinaria congregación priista. El Hollywood Boulevard y la Avenida Madero auspiciando acontecimientos parecidos el mismo día: el primero pagado por una de las industrias más ricas del universo, el segundo por los impuestos de un pueblo muerto de hambre.
Los actores y cantantes forman parte del mundo del esparcimiento, la gente los sigue porque proveen diversión. Pero los políticos supuestamente proveen orden y seguridad, ¿por qué entonces tienen que ser tratados como estrellas de cine? ¿En qué ayuda a la gobernanza que la multitud les aplauda y los persiga para fotografiarlos?
Hagamos el ejercicio empezando por los beneficios:
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- Les levanta el ánimo a los gobernantes. Efectivamente, pero de una manera exorbitante que les enajena la cabeza y no les permite pensar fríamente.
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- Se dan a conocer. Poco aporta a la Ciudad o al País que sus funcionarios sean muy conocidos. Es bueno para ellos nada más.
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- Los acerca a la población. Sí, pero sólo físicamente...
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