Andrés Clariond Rangel / 'Es la economía, estúpido'

AutorAndrés Clariond Rangel

A los mexicanos se nos ha hecho costumbre votar por el candidato menos malo. Los norteamericanos son nuevos en eso.

Hace ocho años eligieron a un líder que conmovió a multitudes con sus cualidades humanas y dotes de oratoria. Actualmente se debaten entre dos opciones que consideran nefastas: el republicano Donald Trump y la demócrata Hillary Clinton.

Podría ser normal que ciudadanos apartidistas vieran con malos ojos a los candidatos presidenciales, el problema es que las mayores quejas vienen de adentro de los dos partidos políticos dominantes.

En el bando demócrata, que celebra esta semana su Convención Nacional, están los seguidores de Bernie Sanders, el precandidato derrotado por Hillary Clinton que basó su campaña en vincular a su rival con los grandes intereses económicos del status quo estadounidense.

Para ellos Hillary es una corrupta que ganó la nominación demócrata con triquiñuelas y auxiliada por medios de comunicación vendidos. A través del hashtag #NeverHillary y una página de internet (wontvotehillary.com) piden a los votantes darle la espalda a la esposa de Bill.

A pesar de su avanzada edad e imagen de cascarrabias, Sanders logró prender a una población harta utilizando un mensaje antisistema. Ahora que está fuera de la contienda, ni él mismo puede parar el fanatismo que generó.

Sus intentos por convencer a sus fans de que se sumen a la campaña de la señora Clinton han sido en vano. Mientras habla de las coincidencias que tiene con Hillary, su gente llora y agita los cartelones con su nombre como contemplando a una deidad.

La prensa que ha indagado en el sentir de los admiradores de Bernie se ha llevado muchas sorpresas. Algunos de ellos se lavan el cerebro pensando que Trump no será tan malo, aseguran que está exagerando para ganar la elección.

Además, arguyen que no encuentran grandes diferencias entre él y la señora Clinton. Otros le ruegan a Sanders que se lance de independiente, lo cual significaría el triunfo de Trump. Increíblemente, unos más desean que gane Donald y así demostrar que Bernie debió de ser el candidato demócrata.

Pasando al terreno republicano, la oposición a Trump, a diferencia de la de Hillary, brota de las élites del partido, no de las bases.

La vieja guardia republicana no quiere a Donald. Los Bush, McCain y Romney temen que Trump termine por descarrilar el venido a menos partido de Abraham Lincoln. Les preocupa su posición antilibre comercio, no lo ven lo suficientemente conservador en temas claves...

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