Andrés Clariond Rangel / La revolución Boing

AutorAndrés Clariond Rangel

Aunque a muchos de sus opositores les hubiera gustado verlo, como Hugo Chávez, convertido en un inofensivo pajarito, AMLO retornó a la vida pública como automóvil recién salido del mantenimiento.

Con un rostro que ya no parece aflojado en terracería y a mayor velocidad que el Rayo McQueen, el Rayo de Esperanza calienta motores contra espurios, traidores a la Patria, empresarios ventajosos y cualquier otro villano inventado o por inventarse.

Para ello se planteó dos muy sencillas metas al terminar el reposo: abolir las reformas aprobadas y denunciar ante instancias internacionales al Presidente Peña Nieto por traición a la Patria.

¿Le destaparon las arterias o le pusieron un corazón biónico? Sólo le faltó proponerse recuperar Disneylandia y el resto del territorio despojado por los gringos.

No lejos geográficamente de él, aunque sí de su recuperado corazón, estaba su antiguo seguidor Gerardo Fernández Noroña. Rodeado de más paparazzi que Lindsey Lohan, hacía fila el jueves 2 de enero en un supermercado para comprar un jugo de mango marca Boing.

Cualquiera creería que la única intención del ex Diputado era saciar la sed, pero al llegar a la caja se descubrió que aquel aparentemente inocuo jugo podría terminar en las futuras páginas de la historia de México.

Gerardo, invocando la desobediencia civil, le restó a su pago el nuevo IVA a bebidas azucaradas. Cuando le preguntó a la cajera qué procedía y si iba a ser arrestado (cruzando los dedos para que así fuera), ella le dijo que se podía retirar. Así, Fernández Noroña se ahorró 50 centavos, hizo un show mediático e invitó a la gente a imitar su conducta.

Al otro extremo de la pirámide social, buscando la sobrevivencia y no los reflectores, grupos de ciudadanos literalmente de a pie también están echando mano de la desobediencia civil.

En la Ciudad de México, usuarios del Metro optan por saltarse y no pagar la nueva tarifa de 5 pesos. Simultáneamente, aquí en el área metropolitana personas se niegan a pagar el aumento de 2 pesos a la tarifa camionera.

Es fácil justificar el acto rebelde del pueblo; desembolsar 2 pesos más por cada viaje en camión significa un alza importante para un trabajador. Ojalá sirviera para que otros salieran de la apatía.

Pero a los políticos de izquierda, ¿les sirve de algo la desobediencia civil? ¿No aprendió López Obrador del desastre que fue su plantón en Reforma? ¿No sería más benéfico para el País que dicen amar participar de otra manera?

Radicalizados frente al...

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