'Que alguien apague la calefacción'

AutorJesús Romo

Con el calor récord que azotó ayer a los ciudadanos del área metropolitana de Monterrey, el adjetivo "caliente" volvió a ser usado en sentido literal para referirse a la temperatura, y no tanto como una metáfora del deterioro de la seguridad pública.

La temperatura de 44.7 grados centígrados, la más alta para abril desde que se tiene registro, alcanzó a regios de distintos estratos socioeconómicos, envolviendo a la Ciudad en una sensación térmica que algunos compararon con la de un horno.

A luz y sombra, habitantes del área metropolitana padecieron la onda calórica, especialmente aquellos que habitan áreas denominadas eufemísticamente como populares.

Cristina González, quien vive en su tejabán de madera de la Colonia Nueva Esperanza, en el punto en donde el Río Pesquería separa a Escobedo de Monterrey, evidencia que la marginación del sector pesa más con la llegada del calor.

"No tengo nada, no tengo muebles. Tengo un abanico, pero está descompuesto", dice mientras señala el viejo ventilador que recogió un día, dedicándose a la recolección informal de basura.

"Ése lo recogí un día en el carretón, igual que mi estéreo, ya casi no funciona y no sé qué hacer con este calor".

Su casa, construida a base de madera y cartón, aloja también a su esposo, así como dos hijas, una de 13 y otra de 15 años, y un hijo de 16.

En otros lugares del área metropolitana, el calor ofrece un espacio para mofarse de la profesión propia.

"Para mí siempre hace calor, hoy más, claro, pero siempre estoy aquí con la parrilla", bromea un vendedor de pollos en la Colonia Morelos, sobre la Avenida Aztlán.

A pesar de que el termómetro marcaba los 44 grados centígrados, las brasas emanaban un calor que parecía superior.

Ante esto, el trabajador supervisaba desde lejos el asador, acercándose para voltear rápidamente los pollos sobre la parrilla, tratando de estar el menor tiempo posible a la intemperie.

Otros, quienes no tienen acceso a la sombra en su jornada laboral, no toman el calor como un motivo de burla, pero sí de asombro.

"Apenas es abril. No me quiero imaginar cómo va a estar el otro mes, o en julio", externa un albañil que trabaja...

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