Alejandra Rangel / Una reforma sin forma

AutorAlejandra Rangel

La democracia en México parece más un modelo a conveniencia que una convicción acorde con la ciudadanía y las voces plurales del País. Cambia de acuerdo con las circunstancias, en ocasiones depende de las urgencias políticas del momento, del requerimiento de las autoridades y los partidos políticos, o se convierte en un logo exitoso de las campañas electorales. En la realidad se vuelve muy compleja cuando se le vincula a las acciones y actitudes democráticas auténticas: queremos que los ciudadanos estén presentes pero sin acatar sus demandas.

Lo vemos en el caso de la Reforma Energética, una reforma mal planteada, con una serie de problemas de fondo que además se ocultan intencionalmente, sitiada por la desconfianza básica de la sociedad mexicana cansada de escuchar falsas promesas y discursos obsoletos, frente a diagnósticos desesperanzadores: pésimas condiciones de las redes de distribución de hidrocarburos, corrosión de ductos, caduco sistema de transporte y almacenamiento, alta vulnerabilidad en su infraestructura, control sindical, ineficiencia administrativa y un sinfín de problemas que han aflorado con el fin de lograr un propósito que resulta más político y simula ser económico, aunque tal vez reúna a ambos.

En la reforma resultan igual de sospechosas las reacciones del Gobierno, pues se resiste ante la propuesta del DF y del PRD de promover una consulta popular respecto a la situación de Pemex, y alienta la propuesta de permitir la participación privada en el transporte, almacenamiento y distribución de hidrocarburos y derivados. Más allá de las comparaciones respecto a los distintos países que permiten la inversión privada, deben preocuparnos los resultados e impactos por la falta de planeación que desde hace tiempo han demostrado nuestros gobernantes.

Resulta que durante más de 30 años no se ha reinvertido en Pemex para mejorar su infraestructura y tecnología, y ahora nos venden que sólo la inversión privada puede suplir la falta de capacidad tecnológica. Lo más grave es que la caída de Pemex va en paralelo con la economía y la soberanía del País. ¿Cómo es que Felipe Calderón, siendo el líder del PAN en el Congreso durante el gobierno de Zedillo, encabezó el veto a la reforma energética por la cual hoy desespera?

Dicen que ya de hecho se realizan actividades privadas y de inversión en el transporte y abastecimiento de algunos productos y el propósito es darles...

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