Alejandra Rangel / Paraíso perdido

AutorAlejandra Rangel

La llegada de inmigrantes centroamericanos a través de la frontera sur de México se ha visto reflejada en artículos periodísticos, documentales y películas.

El ejemplo más reciente es la premiada "La Jaula de Oro", pero es frecuente ver fotografiados los viajes de "La Bestia" recorriendo Chiapas y Oaxaca hasta el norte, embistiendo a quienes la abordan, o los grupos de mujeres veracruzanas brindando alimento a los viajeros que pasan por el Estado para que lleguen a su meta: Estados Unidos.

Los cientos de mutilados o asesinados en su paso por el sur hacia el norte muestran una ruta dolorosa e insegura donde lo más probable es que los roben y los dejen con sus sueños truncados.

Las denuncias de organizaciones civiles y religiosas trabajando alrededor del problema y exigiendo atención a las autoridades han sido infructuosas, pues aunque los esfuerzos son múltiples, los resultados, dada la magnitud de la situación, son escasos. El camino sigue sembrado de angustia y muerte.

La violencia, el crimen y la pobreza que se vive en Honduras, El Salvador y Guatemala son los detonantes que obligan a familias enteras a abandonar sus pueblos en busca de mejores condiciones de vida.

Y lo que hoy agrava aún más el problema son las migraciones de niñas/os y adolescentes, solos, sin la compañía de un adulto. Ellos salen escapando de la delincuencia porque los están forzando a participar en sus bandas o a prostituirse.

Sin embargo, al dejar sus países deben afrontar otra amenaza de igual naturaleza: la violencia y los abusos al entrar a México, lo cual resulta inconcebible porque aun con albergues que pretenden protegerlos y darles información, no siempre los encuentran.

En el flujo de migrantes se han infiltrado pandilleros y miembros del crimen organizado para prostituir a las mujeres o convencer a los viajeros de integrarse a sus grupos, o bien para extorsionarlos y quitarles los recursos.

Son escenas de terror que llevan a preguntarnos cómo la violencia y la indiferencia hacia lo humano nos ha conducido a esta profunda condición de desamparo y de impotencia para luchar contra las causas que lo han hecho posible.

A estos niños/as migrantes les espera otra frontera más: la norteamericana.

Los traficantes los abandonan y la Patrulla Fronteriza los detiene...

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