Alejandra Rangel / El desierto crece

AutorAlejandra Rangel

Hablar de la educación conlleva a la pregunta por el sentido y el significado de lo que se entiende por calidad, que en algunos casos se asocia con el desarrollo de habilidades y competencias -como analizar, comparar, hacer síntesis- y en otros con los conocimientos adquiridos, unidos a la creatividad y la innovación; en resumen, con indicadores que exigen las evaluaciones internacionales y de las cuales dependen los niveles de los estudiantes y sus escuelas.

Lo más alarmante de este esquema es constatar la imposición del pensamiento único y observar cómo los sistemas han clausurado el apoyo a la sensibilidad humana, y por tanto a la enseñanza de las artes y las humanidades.

La sociedad actual ha impuesto una mirada pragmática mediante los instrumentos propios de la informática y la tecnología de la comunicación que ha convertido a las computadoras y sus derivados en una obligación escolar.

Necesitamos regresar a las humanidades si queremos construir una mejor sociedad y retomar el verdadero sentido de la existencia que permita descubrir el porqué de la vida y confrontar al poder y sus relaciones que oprimen como tentáculos asfixiantes. Demostrar cómo las preguntas son indispensables en los procesos educativos, e ir más allá de las respuestas para establecer prioridades centradas en lo importante del aprendizaje, y no en lo económico de las cosas y las personas vistas como objetos manipulables.

En sus inicios las universidades fueron creadas como espacios de reflexión, fuerzas formativas sustentadas en lecturas filosóficas, históricas, científicas y artísticas, que fomentaban la capacidad de asombro, característica esencial de la cultura griega que interpeló por el origen de las cosas y de los seres, en un esfuerzo por contener la profundidad de lo humano.

Hoy la educación está vinculada a procesos específicos para la obtención de fines: transitar por el camino de la técnica mediante el pensamiento calculador donde la razón opera como instrumento y los individuos están sujetos a la productividad y la eficacia. La relación empresa-universidad se ha vuelto indispensable y a los estudiantes se les considera "clientes", lo que esto signifique.

Parece que hoy también se comienza a sustituir el concepto de humanidades por el de "felicidad" a partir de teorías, en su mayoría norteamericanas, conocidas como psicología positivista, centradas en lo que funciona en tu vida y en experiencias y visiones respecto al bienestar y la satisfacción entendida...

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